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La transversalidad, clave para hacer frente a la soledad no deseada

A punto de cumplir dos años desde que los términos ‘cuarentena’ y ‘confinamiento’ se colasen en nuestro vocabulario habitual, asistimos al crecimiento de un fenómeno preocupante: la soledad no deseada. Se calcula que más de dos millones de personas mayores en España sufren las consecuencias de este problema ante el que, como coinciden los profesionales del sector, urge darle una solución entre todos

M.S. / EM 07-02-2022

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Si 2021 fue el año en el que el sector unió sus fuerzas para remar a favor de un cambio necesario en torno al modelo de atención a las personas mayores, es probable que 2022 lo sea para luchar contra uno de los fenómenos más dramáticos que atañen a este colectivo: la soledad no deseada.

Según datos del INE, cerca cinco millones de personas en España viven solas, de las cuales dos millones superan los 65 años. De ellas, la gran mayoría (el 70%) son mujeres, es decir, casi 1,5 millones.

Además, las circunstancias de los senior que ya sufrían algún tipo de aislamiento se ha visto agravada por los confinamientos obligados a causa de la Covid-19. Por primera vez desde hace mucho tiempo, se alerta de que este problema afecta, también, a los más jóvenes. Así, uno de los últimos informes elaborado por Cruz Roja Española destaca que “aunque la soledad en personas mayores es la que más se visibiliza y la que más preocupa a la población, las personas más jóvenes comparten esta problemática, pues el 30% de ellas se ven afectadas por casos de soledad no deseada severa, el mismo porcentaje que mayores la sufren”. 

Quizá sea este hecho, es decir, el de que se trata de un trastorno que puede afectar a cualquier edad, el que está llevando a que las Administraciones competentes dejen de darle la espalda. “La soledad no deseada es una cuestión que no es nueva. Durante años atrás, se ha trabajado en diferentes proyectos desde algunas organizaciones sobre todo de asociaciones, como el teléfono dorado, adopta a un abuelo, etcétera, y de iniciativas de algunos ayuntamientos. Es cierto que la pandemia ha hecho que se haga más visible, sobre todo en los medios de comunicación, por lo que parece que la sociedad se ha dado cuenta ahora que existe este problema. Esperemos que realmente se desarrollen proyectos y políticas definitivas y de larga duración, para reducir la soledad de las personas mayores, y no se quede solo en algo pasajero como consecuencia de la Covid”, explica Raquel López, del Grupo de Psicología del Envejecimiento de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG)

Comprometida con la defensa de los derechos de las personas mayores y pensionistas, la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP) hizo público su empeño de promover, este 2022, programas en colaboración con la Administración para combatir la soledad no deseada, y solicitando al Gobierno y a las comunidades autónomas la puesta en marcha, de manera urgente, de una Estrategia para prevenir y combatir la soledad no deseada, que, para la PMP, “deben liderar los programas y estrategias de convivencia e integración social para que ningún ciudadano se sienta solo y sin capacidad de resolver sus problemas para vivir con dignidad y sentirse acompañado”.

En una entrevista con este periódico, el presidente de la Comisión de Trabajo de la Soledad No Deseada de la plataforma, Lázaro González, califica este fenómeno como “preocupante desde hace muchos años y en crecimiento constante”. “La pandemia para las personas solas ha sido como la tormenta perfecta. Se han juntado en una misma persona las principales angustias de los seres humanos, sobre todo mayores: el miedo a la enfermedad, el miedo a la muerte, y a vivir y morir solas. Me preocupa que, pasada la pandemia, podamos olvidar enseguida tanto sufrimiento. En ese caso, no habremos aprendido nada. Seguiremos siendo una sociedad individualista y una población insolidaria, que casi solo ha prosperado en lo material”, añade González.

ABORDAJE TRANSVERSAL
La PMP ha creado esta comisión de trabajo específica para, entre otras cuestiones, servir de apoyo técnico en su tarea de colaboración con el Gobierno de España y con las comunidades para que elaboren dicha estrategia. “Considero que no hay que dar por buena cualquier estrategia, ya que según las experiencias existentes solo funcionan aquellas que implican recursos y estructuras administrativas de alto rango, que son transversales a todas las áreas de cada Gobierno, que plantean medidas sostenibles en el tiempo y que se orientan preferentemente a la atención de los grupos más vulnerables. Pienso que en la estrategia debe implicarse a toda la población”, opina González. 

Asimismo, esta comisión aborda el reto de conocer en profundidad la soledad no deseada, de ahí que aboguen por la creación de un Observatorio de la soledad: “Carecemos de suficientes investigaciones y datos fiables sobre el tema para nuestro país. Hemos de profundizar en cuáles son las causas y consecuencias, y disponer de un mapa de los grupos más vulnerables por territorios”, añade el representante de la PMP.

Asimismo, desde Grandes Amigos, su responsable de Comunicación, José Ángel Palacios, hace referencia a tres pasos irrenunciables en el abordaje de problema. En primer lugar, aceptar el envejecimiento de la población y sus consecuencias, abandonando “esa tendencia cortoplacista del aquí y ahora en la que se nos educa, porque todos llegaremos a envejecer y debemos hacerlo con calidad”. En segundo lugar, el impulso de la prevención, tal y como defienden a través de los programas de acompañamiento que desarrolla esta entidad. Y, por último, la concienciación: “Es definitivo –destaca Palacios– que Administraciones, sector privado y la ciudadanía en general interioricen que el envejecimiento saludable es uno de los grandes retos de nuestra sociedad y alcanzarlo debe ser prioritario”.

También coincide en ello la representante de la SEGG, que reclama que “la soledad se debe abordar desde todos los estamentos, desde el Gobierno central, los autonómicos y los locales como los ayuntamientos que suelen ser los que están más cerca de los ciudadanos. Pero no solo ahí; también hay que trabajar en otros ámbitos, a lo mejor más sanitarios como es la Atención Primaria, a través de los trabajadores sociales y la presencia en este nivel de otros profesionales como los psicólogos. Hay que potenciar la existencia de puntos de reunión como los centros de mayores, donde pueden acudir a realizar actividades y mantener relaciones sociales”, opina López. 

Era el propio Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 el que anunciaba, a mediados de 2021, la pronta elaboración de una Estrategia Nacional contra la Soledad en coordinación con las comunidades. Declaró entonces el secretario de Estado, Ignacio Álvarez, que sin consenso no podría construirse nada. El reto está ahí pero, por el momento, y tan solo habiéndose aprobado el borrador inicial, son regiones como Andalucía, Galicia, Castilla-La Mancha o Madrid las que ya han acelerado el diseño de sus estrategias autonómicas para hacer frente a este problema.  

¡ALERTA: SOLEDAD!
En representación del Área de Inclusión Social de Cruz Roja Española, Joaquín Pérez advierte de que la soledad puede tener importantes consecuencias para las personas socialmente aisladas, con impactos a nivel físico, psicológico y social: “Incrementa la morbilidad, disminuye la satisfacción vital y predispone a alteraciones en la salud física y mental. También arroja consecuencias negativas sobre la comunidad  y la sociedad en general, y tienen un elevado coste en los servicios sociales y de salud ya de por si sobrecargados”. 

Desde la PMP advierten del “sentimiento destructivo” que se deriva de la soledad, que “a veces mata o acelera la muerte”, pues la persona que la padece puede terminar por abandonar su propio cuidado y, en consecuencia, que su calidad de vida empeore o, lo que es peor, que se pueda desencadenar un deterioro cognitivo.

Desde el Grupo de Psicología del Envejecimiento de la SEGG, Raquel López resume algunas consecuencias de la soledad en la aparición de sentimientos de tristeza, ansiedad, desesperanza, sensación de inutilidad, aislamiento, inactividad. Y añade que “todos estos sentimientos pueden contribuir a una disminución en su estado de salud, como falta de apetito, inmovilismo, mayor deterioro de sus capacidades físicas”. 

SOLUCIONES DESDE ABAJO
Poner fin a las conductas edadistas y, por ende, el impulso del buen trato, puede ser ese punto de partida que ayude a erradicar estos elevados índices de soledad en España. Así coinciden todas las organizaciones implicadas en la atención y cuidado de los senior. “La soledad se convierte en un grave problema de salud pública”, resume Lázaro González. “No atenderla es más caro económica y socialmente que prevenirla y atenderla. Prevenir y combatir la soledad no deseada nos hace más humanos, apuesta por una sociedad mejor. Que nuestro país sí es ‘un lugar también para viejos’, un lugar para tener relaciones humanas satisfactorias, un lugar de encuentro intergeneracional, que estamos a tiempo de elegir el camino adecuado, pero no podemos esperar demasiado a tomar unas medidas adecuadas que nos impliquen a todos”.

Palacios se muestra prudente al reconocer que, si bien la pandemia ha desencadenado una crisis a todos los niveles, “ha dejado algunos aspectos positivos, como es la recuperación de los apoyos vecinales espontáneos y precisamente ese es el modelo de voluntariado que impulsamos desde Grandes Amigos. Lamentablemente, y a medida que la pandemia ha avanzado y hemos ido recuperando nuestras rutinas, estas redes que se crearon se están diluyendo. Creo que es una pena porque, para nosotros, es una buena manera de luchar contra esa soledad”.

Por su parte, desde el Grupo de Psicología del Envejecimiento de la SEGG defienden varias líneas de trabajo posibles, entre las que destaca potenciar la atención de salud mental desde todos los ámbitos asistenciales, empezando por los más cercanos a la población mayor, como es la Atención Primaria. Igualmente, añade Raquel López, es definitivo “reforzar y formar equipos de atención psicosocial, especializados en la atención y apoyo de los mayores que puedan hacer seguimiento de los mayores de los diferentes barrios, a través por ejemplo de las juntas de distrito. Actualmente, estamos en un punto de digitalización de muchos aspectos de la vida diaria: petición de citas, realización de trámites administrativos, temas financieros y bancarios… pero hay que recordar que hay una parte de la población mayor que no esta familiarizada con las nuevas tecnologías, o no tienen acceso a las mismas y esto provoca que se queden descolgados si no tienen apoyo para hacer estos trámites, aspectos que acrecienta esa sensación de soledad”.

Los expertos reconocen que la red de apoyo social cercana a los senior, como pueden ser sus vecinos, así como la participación comunitaria desempeñan un papel determinante en la lucha contra la soledad.
Luchar de manera transversal, desde todos los ámbitos –incluido el de los medios de comunicación– puede ser el punto de partida, por eso, desde entremayores, nos ponemos a la cabeza para que el problema de la soledad nunca más vuelva a estar silenciado.









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