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Stephany Bravo-Segal / Periodista

'Es posible no caer en una tendencia edadista en los medios si cambiamos nuestros términos para referirnos a los mayores'

La periodista expresa, en esta entrevista, que "la pandemia ha hecho proliferar la gerontofobia o miedo y rechazo a envejecer, al ser testigo de cómo se discriminó a las personas mayores"

M.S. / EM 11-11-2022

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Pregunta.- ¿Fue la pandemia de la Covid-19 un punto de inflexión que hizo proliferar, de alguna manera, los discursos edadistas en España?
Rspuesta.- Los discursos edadistas han estado presentes desde hace cientos de años. El edadismo es una de las discriminaciones más prevalentes a lo largo de la historia, sea hacia las personas mayores o hacia los más jóvenes. Lo que pasa es que antes no éramos conscientes de este fenómeno, porque está tan normalizado y naturalizado que incluso a día de hoy es difícil reconocer que cargamos con ideas edadistas que condicionan no solo nuestro pensamiento sino nuestro discurso y actuar. ¿Y cómo lo reflejamos? En el caso del edadismo hacia las personas mayores, con chistes sobre el hecho de cumplir años, cuando decimos que parecemos “viejos” cuando estamos cansados o con algún dolor, o silenciando nuestra edad por temor al qué dirán, o cuando decimos que “ya no tenemos edad” para hacer según qué cosas o vestir de determinada manera, por mencionar solo algunos ejemplos banales de nuestra cotidianeidad. 
Yo diría que, más bien, la pandemia ha hecho proliferar la gerontofobia o miedo y rechazo a envejecer, al ser testigo de cómo se discriminó a las personas mayores, especialmente a aquellas residentes de centros de larga estadía y su impedimento a recibir atención médica. A cómo se representó un discurso hegemónico de vejez negativa y vulnerable en los medios, y no se mostró el abanico de vejeces que existen actualmente. A cómo se tomaron medidas restrictivas hacia ellos sin considerar sus derechos fundamentales de recibir un trato igualitario, entre otros. Pero la pandemia también mostró otra cara de la moneda, no muy visibilizada en los medios, que fue la solidaridad intergeneracional, al ofrecerse personas de edades más jóvenes a comprar por las personas mayores, a fortalecerse vínculos comunitarios para evitar la soledad no deseada tras el aislamiento obligatorio, a crearse nuevas estrategias y programas para fomentar el uso de las TICs para reducir la brecha digital entre las generaciones longevas y las más jóvenes, entre otras iniciativas dignas de investigación y reconocimiento, ya que muchas de ellas permanecen en el anonimato.

P.- Por otro lado, este hecho también propició que ahora estemos debatiendo más sobre la discriminación por motivos de edad, aunque sea un tipo de discriminación que siempre ha existido. ¿Por dónde debe comenzar la sociedad en general a desterrar este tipo de discursos y poder promocionar, así, una imagen positiva de la vejez?
R.- Los prejuicios y estereotipos se forman en la niñez. Por lo tanto, si queremos cambiar el presente y futuro de nuestra sociedad debemos comenzar por la base: la educación y más específicamente la educación primaria. Así como se nos educa en protección solar para no sufrir los excesos del sol y las consecuencias cancerígenas de los rayos UV, o se nos advierte de los efectos negativos de una mala nutrición, así mismo debe existir y fomentarse una política educativa que nos instruya en una alfabetización mediática crítica para que las actuales y nuevas generaciones tengan capacidad reflexiva ante los productos mediáticos que consumen y no se dejen influenciar por frames o encuandres periodiísticos sensacionalistas y/o morbosos que exageran y manipulan los contenidos para hacerlos más apetecibles al consumo humano. Como sabemos, los medios actualmente son uno de los principales agentes socializadores, por lo que su influencia para interiorizar sus mensajes es considerablemente poderosa.
También hay que intervenir educando y concienciando en responsabilidad social editorial a los directores y encargados de medios de comunicación, para que tengan un compromiso ético respecto al tratamiento informativo que realizarán en sus publicaciones. Como sabemos, los medios tienen un poder simbólico de establecer visiones de mundo y lo que aparece o no aparece en estos, sumado a su respectivo tratamiento informativo, repercute en la posterior interpretación que la sociedad hará de una determinada identidad, objeto o situación. En este sentido, los medios pueden contribuir no solo a reforzar discursos edadistas, sino también a reducirlos. Lamentablemente, aquí entran en juego intereses ideológicos y económicos que ponen en jaque las buenas intenciones de cambiar esta realidad. 
Otro modo en que podemos actuar como sociedad es fortaleciendo el contacto intergeneracional. Se ha demostrado en diversos estudios empíricos que el contacto directo entre distintas generaciones etarias contribuye a reducir sesgos y estereotipos negativos. Los proyectos socioeducativos que favorecen el contacto entre edades más jóvenes y más mayores constituyen una herramienta clave que la sociedad y, principalmente los organismos públicos, han de ejecutar como política continua para contribuir a cambiar la imagen negativa que tenemos de la vejez.
La preparación a la vejez a lo largo de todo el ciclo vital es otra herramienta útil para concienciarnos sobre el problema. 

P.- ¿Considera que, si hablamos de España, estamos haciéndolo bien o todavía nos quedan importantes escollos que salvar para alcanzar una tolerancia 0 contra el edadismo?
R.- El mayor estudio sobre edadismo, difundido por la Organización Mundial de la Salud, evidenció características universales y una alta incidencia de este fenómeno en todos los países analizados, entre los cuales está España… Las estadísticas reflejan una realidad innegable y mi experiencia como profesional e investigadora en esta área es que todavía quedan muchos aspectos de este problema social por solventar en el contexto español. Especialmente porque todavía no somos conscientes de la magnitud del edadismo en nuestro actuar cotidiano. Lo tenemos totalmente interiorizado y normalizado. 
Pero no todo es negativo, actualmente existen diversas iniciativas socioeducativas para concienciar sobre el edadismo, especialmente tras los efectos de la pandemia, pero aún continúan faltando intervenciones prácticas. De momento, hemos hecho el primer paso que es visibilizarlo, a través de charlas, reportajes e investigaciones. Ahora, debemos pasar a la acción, y en este paso todos debemos aportar un granito de arena como parte de la solución.

P.- La influencia de los medios informativos sobre la imagen que construimos del envejecimento es muy fuerte. ¿Cómo deberían componerse esos mensajes para que no estén formulados sobre estereotipos? Es decir, ¿cómo debería ser el mensaje para no caer en una tendencia edadista?
Construir un imaginario social neutro sobre una categoría social identificatoria como es la edad no es una tarea sencilla, especialmente porque nuestro cerebro tiende a crear estereotipos como forma de economizar recursos mentales y favorecer el recuerdo. Sin embargo, es posible. Nuestra mente puede resignificar y cambiar conceptos y creencias, en función de nuevas experiencias y aprendizajes que asimilen y refuercen nuevos valores asociados a la identidad problematizada. Si a ello se suma la frecuente exposición de discursos mediáticos actualizados, más positivos y heterogéneos, tal como se lleva sugiriendo desde hace años con la adultez mayor y el envejecimiento, se pueden conseguir cambios en pro de reducir el edadismo, pero hay que ser intencionales.
Es posible no caer en una tendencia edadista en los medios si cambiamos nuestros términos para referirnos a las personas mayores. Por ejemplo, erradicando el concepto de anciano y no etiquetando de abuelo(a) a cualquier persona simplemente por ser mayor. Es posible, cambiando las imágenes negativas de declive y fragilidad asociadas a una información sobre vejez. Es posible, eliminando un lenguaje que deje entrever (ya sea de forma explícita o implícita) estereotipos asociados a la vejez y/o personas mayores. Es posible, también, mostrando la heterogeneidad del colectivo en las informaciones y no solo la divulgación de noticias con un tratamiento sesgado o sensacionalista.
Sin embargo, entramos aquí en un dilema por el conflicto de intereses. Si bien la ética deontológica del periodismo ofrece muchas sugerencias para transmitir informaciones socialmente responsables y libres de prejuicios y estereotipos, también hay que tener presente la dependencia económica que tienen los medios respecto al consumo que los usuarios hagan de sus contenidos. Y en un sistema cada día más competitivo, donde la llamada dictadura del clic y las visualizaciones generan ingresos económicos considerables, sumado a los intereses ideológicos de quienes controlan los medios, los grupos poderosos impondrán sus intereses, valores y cultura mediante diversas estrategias discursivas y argumentativas que derivarán en desigualdades sociales. 
Por ejemplo, a fin de “vender sus contenidos”, los medios están dispuestos a utilizar todas las estrategias de marketing y psicología humana para que el mensaje llegue de la manera planeada. Sabemos que las informaciones con un tratamiento más sensacionalista, negativo y morboso genera más atractivo al cerebro humano. Y también se convierten en virales. O, si se refuerza un encuadre de persona mayor que rompe el estereotipo tradicional negativo este suceso genera más curiosidad en los usuarios y, por tanto, los medios hacen del hecho informativo todo un espectáculo mediático que llega incluso a ser ridiculizante, faltando en algunos casos el respeto a la dignidad de las personas mayores referenciadas.  

P.- Según su conocimiento de este tema, ¿estarían los medios en ocasiones siendo cómplices de conductas edadistas o, en último término, de una forma de maltrato hacia los senior?
R.- Sí, los medios están siendo cómplices directa e indirectamente de conductas edadistas y, por tanto, de maltrato discursivo hacia las personas mayores. Sea esta responsabilidad cometida de forma consciente o inconscientemente. Como dijimos, el poder simbólico de los medios contribuye a crear imaginarios sociales que van en favor de unas características identitarias y en detrimento de otras, según la idea o producto que se quiera vender y/o transmitir. 
Histórica y socioculturalmente, las personas mayores han sido construidas discursivamente de forma negativa, fomentado en parte por el modelo biomédico de declive, asignándoseles un valor inferior por el hecho de aparecer frecuentemente en secciones informativas vinculadas a enfermedades o tragedias, o por ser considerados, hasta hace muy pocos años, como un grupo social improductivo y una carga económica para el sistema de pensiones. Y más aún con la ideología antienvejecimiento que tenemos actualmente y la ferviente lucha por detener los efectos visibles de la edad mediante cremas y tratamientos cosmetológicos y estéticos. 
Otra conducta edadista frecuente en los medios es cuando se redactan informaciones sobre personas mayores y no se le da voz a ellos, invisibilizando sus opiniones, sus intereses o relegándolos a un segundo plano como fuentes informativas.
Como vemos, frente a discursos mediáticos que publican y legitiman algunos grupos sociales en favor de sus intereses políticos, económicos e ideológicos, siempre habrá identidades marginadas, como ha sido el caso de las personas mayores, por lo que los medios han sido y son cómplices de prácticas edadistas que repercuten en el bienestar del colectivo senior.  




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