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María Gutiérrez / PSICÓLOGA GENERAL SANITARIA

'Animo a dedicar todo el tiempo que haga falta en descubrir qué pasiones tienes, qué te interesa, qué te ilusiona, qué te hace feliz'

Hablamos con la psicóloga María Gutiérrez sobre ' la ambivalencia que puede sentir alguien que se aproxima a la jubilación' y cómo encontrar el equilibrio

E. Vicente EM 14-11-2023

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Pregunta.- Llega la jubilación. Asomarse al precipicio de la libertad que supone no tener una obligación establecida puede generar cierto –o mucho– desasosiego, o ninguno, claro… 

Respuesta.- Lo primero es entender que es un momento de cambio en el que se pasará por distintas fases. Primero sería la despedida laboral, en la que suelen haber rituales de despedida vinculados a este momento: comidas, cenas, fiestas, celebraciones, regalos, etcétera.

Luego sería la fase de ‘luna de miel’, donde prima la sensación de libertad, de poder y control del tiempo de uno mismo. Ahora llega el momento de hacer todo lo que se quiso hacer y quizá no se pudo antes: viajar, disfrutar de la familia, pasatiempos, voluntariados, etcétera.

Luego vendría la fase de ‘desencanto’. Pasado un tiempo, se pueden echar de menos rutinas del día a día cuando se trabajaba, la parte social de las relaciones laborales, el sentimiento de ‘utilidad’ que proporcionaba el trabajo a la autoestima de cada uno, y algunos jubilados tienen que lidiar con sentimientos de soledad, inutilidad, decepción…

Entonces llega la fase de ‘reconstrucción y construcción del yo’: ¿Cuáles van a ser mis propósitos y objetivos en la vida a partir de este momento?, ¿qué deseos, motivaciones, necesidades tengo?, ¿qué me sigue dando valor y haciendo sentir bien a pesar de que ya no estoy trabajando? 

Hay personas que se despiden de la etapa laboral sin mucho sufrimiento y otros que enfrentarán la angustia de la pérdida de la vida anterior. La jubilación es un momento ilusionante de nuevos deseos y motivaciones, y a la vez un momento de duelo por la pérdida de algunos aspectos de la vida anterior.

Para poder trabajar con la angustia que genere este nuevo momento vital será importante revisar cómo esa persona ha gestionado en su vida otros momentos de angustia pasadas y cómo lleva con sus emociones. ¿A qué me refiero con cómo se lleva alguien con sus emociones? A sí ha aprendido a identificarlas, expresarlas, darles salida, manejarlas, aceptarlas y no rechazarlas ni luchar con ellas. Y si no se ha trabajado antes sobre ello, nunca es tarde para aprender a lidiar con ellas.

La angustia suele ser la respuesta física y corporal que es una primera señal del cuerpo de que algo pasa y no va bien. Yo les suelo explicar a mis pacientes que la angustia es como una alarma de incendios, comunica que está habiendo un fuego que hay que apagar y gracias a esa comunicación, podemos acudir a apagarlo. Pero claro, hay que descubrir dónde está el fuego, qué lo propició y cómo apagarlo. Muchas personas temen sentir su cuerpo y sentir angustia porque no saben manejarla ni descifrarla. Se puede trabajar para perder el miedo a las señales corporales que nos manda el cuerpo (señales de ansiedad: tensiones musculares, sudoración, cambios en la respiración, aceleración del latido cardíaco, dolores…) y lo más importante es poder buscar el correlato emocional. Traducir la señal física en la emoción subyacente para poder entenderla y darle salida. Por ejemplo, no es lo mismo que yo me angustie porque tengo mucho miedo a mi futuro, que yo me angustie porque estoy triste porque echo de menos a mis compañeros de trabajo, a que me angustie porque me siento muy frustrada por no saber a qué dedicar mi tiempo ahora… Luego, detectar la emoción subyacente será clave.

P.- Con el aumento de la esperanza de vida, ¿nos hemos distanciado de ese binomio jubilación-vejez?

R.- Una paciente mía, que está a punto de jubilarse, me expresaba hace unos días: “María, me siento muy ambivalente y contradictoria con mi momento actual: me quedan solo un par de años para jubilarme y lo estoy deseando, estoy cansada de ir a trabajar todos los días, tengo ganas de tener más tiempo para mí y los míos… Aunque, a la vez, te reconozco que tengo mucho miedo de acercarme a seguir envejeciendo, ver cómo mi cuerpo sigue cambiando, a tener achaques, a que me digan un día que puedo estar enferma o sentirme menos independiente, a que mi perrita se muera y mi madre también”. 

Creo que este ejemplo ilustra muy bien la ambivalencia que puede sentir alguien que se aproxima a la jubilación. Cómo poder equilibrar todo lo bueno, agradable y bonito de esta nueva etapa y a la vez asumir, aceptar y prepararse para las dificultades, despedidas y momentos duros a enfrentar.

P.- ¿Qué consejos daría para hacer más saludable, psicológicamente, este cambio de rol? 

R.- Es un momento muy bonito para poder pararse a conocerse a uno mismo, revisar deseos y necesidades, poder seguir disfrutando de aquello que nos satisface. Y si alguien no ha podido llegar a saber qué es lo que le gusta, lo que necesita o motiva, puede empezar a hacerlo y descubrirlo. Reflexionar sobre lo anterior permitirá saber qué estilo de vida uno va a querer llevar y es un momento para el autocuidado de áreas tan importantes como la alimentación, el sueño, el ejercicio, las relaciones sociales y familiares, etcétera.

Tener una mirada comprensiva hacia una misma también será una gran compañera de viaje en estos momentos. 
Rodearse de una buena red social de apoyo es otro de los puntos imprescindibles en esta etapa. Fortalecer interacciones sociales, espacios de compartir y expresar pensamientos y emociones.

Por último, animo a dedicar todo el tiempo que haga falta en descubrir qué pasiones tienes, qué te interesa, qué te ilusiona, qué te hace feliz, ya que es el momento de poder trabajar en ello. Convivir con el equilibrio del disfrute y de la aceptación de lo que va cambiando y a lo que hay que ir adaptándose.


* Puede contactar con María Gutiérrez a través de este enlace.



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