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Elena Campos Sánchez / Presidenta de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudicientíficas (APETP)

'Nos puede gustar leer, pintar o escuchar música, pero eso no cura'

22-12-2023

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Pregunta.- Las fake news y las redes sociales pueden ser grandes “aliados” para viralizar algunas pseudoterapias. Sabemos que la ley no defiende a los incautos, pero ¿no debería sancionarse a las personas que propagan bulos que afectan a la salud?

Respuesta.- Ojalá fuéramos lo suficientemente responsables como para no participar de cadenas de mensajes o de la amplificación de noticias falsas. Hay modos de verificar la información que nos llega, también en salud (por ejemplo, confirmando en ‘cima. aemps.es’ la autorización o uso de un medicamento); en cualquier caso, tanto en otros ámbitos de la vida como en salud, aquello que parece fantástico y casi milagroso, o que viene de la mano de un gurú que parece un mesías, superexótico y, sobre todo, no cubierto por el Sistema Nacional de Salud, es mejor no fiarse mucho. Respecto a sancionar a personas que propaguen bulos, tanto los que afectan a la salud como de otra índole, sí que creo que debería hacerse algo. Para empezar, considero que los perfiles en redes sociales no deberían ser anónimos o, al menos, deberían ser trazables. Esconderse tras el anonimato favorece irresponsabilidades como la propagación de fake news y, por supuesto, la exención de cualquier tipo de responsabilidad legal (civil o penal). Por otra parte, también opino que tanto los creadores de contenido como las compañías dueñas de RR SS deberían responsabilizarse, ética y legalmente, del material que alojan, aunque se trate de “opiniones” de sus usuarios, de manera que, en caso de ser manifiestamente falsas o engañosas, bloqueasen a dichos perfiles lesivos para el resto de la sociedad.

P.- Aunque un taller de arteterapia, por ejemplo, pueda impartirse desde una perspectiva lúdica, ¿no cree que esto puede blanquear la actividad?

R.- Las pseudoterapias comenzaron llamándose ‘terapias alternativas’, nombre que cada vez más redefinen como ‘terapias complementarias’, muy probablemente para evitar denuncias y casos graves por sustitución o abandono de la terapia real, es decir, de la terapia. Me gustaría resaltar que no hay pseudoterapia inocua, ya que lo mejor que te puede ocurrir al acudir a ellas es que te engañen y estafen tu dinero, y lo peor es que te mueras. Entre ambos extremos, y usándolas simultáneamente a un tratamiento clínico, puede ocurrir que haya interferencias o resultados imprevistos que puedan venir en forma de fallos terapéuticos, anomalías o cambios en la toxicidad. Con lo que ¡cuidado!: si no necesitamos tal “complemento” es mejor no jugársela. Y de necesitar un tratamiento complementario, entonces que nos lo receten o pongan por escrito junto con el número de colegiado del profesional de turno, por si algo sale mal, poder al menos reclamar nuestros derechos. Esto me parece importante saberlo. También, que toda clínica debería tener en un lugar visible su número de registro sanitario y las especialidades que está autorizada a ofrecer. Esto es por ley. Volviendo a la pregunta, efectivamente no comparto la moda de apellidar ‘terapia’ a cualquier cosa relacionada de un modo u otro con el bienestar. Bienestar es diferente a terapéutico. Nos puede gustar leer un libro, pintar o escuchar música, pero eso no cura; es como un placebo. Un tratamiento se considera tal cuando su beneficio terapéutico es superior al efecto placebo (demostrado en ensayos clínicos estrictamente monitorizados). Por ello, estoy de acuerdo en que no debemos confundir los términos ni mucho menos contribuir a blanquear falsas terapias. En esta línea, un paso de gigante sería evitar llamar terapia a cualquier cosa que no lo sea. Un segundo paso sería que, como consumidores, exijamos a nuestras autoridades locales, regionales, nacionales e internacionales que nos respeten, que velen por la veracidad de la información sanitaria que nos llega y hagan cumplir la normativa vigente en materia de salud, consumo y publicidad engañosa. No más víctimas de pseudoterapias. El Gobierno cuenta con un listado de casi 140 técnicas bajo evaluación desde 2018 por su falta de aval clínico, ¿por qué se siguen ofreciendo a la ciudadanía desde entonces? Debemos parar esta situación de inseguridad. Y esta estafa.



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