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'Desde que un paciente va al médico hasta que le diagnostican Alzheimer, pueden pasar de cinco a quince meses'

Entrevista a Ángel Luis Montejo, coordinador del 'Proyecto Edades'

Redacción EM 11-02-2021

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-¿Puede explicar cómo nació y en qué consiste el ‘Proyecto Edades’?
El ‘Proyecto Edades’ nació de una necesidad que percibimos desde los hospitales. Yo soy psiquiatra y trabajo en la Unidad de Salud Mental, y también investigamos a través de ensayos clínicos, probando nuevos tratamientos en diversas patologías. Una de ellas es la enfermedad de Alzheimer, y nos dimos cuenta de que se tarda bastante en diagnosticar a los pacientes de esta enfermedad. Por el proceso normal, en el que el paciente tiene quejas de memoria y va al médico de cabecera tras esperar un tiempo, ya suele haber síntomas evidentes. El médico de cabecera les pasa un pequeño test por el que, si la enfermedad no está avanzada, el diagnóstico puede hacerse esperar un poco más. Total, hasta que envían al paciente al especialista y se le hagan las pruebas diagnósticas correspondientes, la demora diagnóstica oscila entre uno y tres años. Es una demora demasiado elevada y, además, las pruebas que existen hoy por hoy en los servicios médicos habituales no detectan los casos con síntomas del deterioro cognitivo leve. Estos aparecen antes de que podamos diagnosticar el Alzheimer, porque el Alzheimer no empieza hoy o mañana, sino que lleva evolucionando meses o incluso años. Y ese fue el motivo por el que decidimos crear un sistema, para detectarlo precozmente, ayudando al sistema habitual clínico que existe para evitar tardar tanto en diagnosticar.
Lo primero que hemos hecho ha sido contactar, en general, con todos aquellos centros donde se atiende a mayores, para pedirles que nos envíen a todos aquellos que expresen quejas de memoria de manera subjetiva. Nuestro equipo está formado por psiquiatras, un neurólogo, neuropsicólogos y enfermeros, y lo primero que hacemos es entrevistar a los pacientes, analizamos qué posibilidades tienen, si hay alguna causa que pueda haber para su problema de memoria, y les hacemos una evaluación muy precisa. Después de eso, el primer paso es hacer una valoración neuropsicológica, es decir, con test de memoria y tests cognitivos. Ahí ya detectamos si los pacientes pueden realmente ser susceptibles de recibir más estudios para diagnosticar una posible enfermedad de Alzheimer precoz en fases tempranas. Además, somos nosotros quienes buscamos a los pacientes, o bien les damos la posibilidad de que nos encuentren muy pronto. Prácticamente no tenemos lista de espera porque somos un grupo de bastantes profesionales.

-Uno de los objetivos que persigue la iniciativa es detectar “muy precozmente” los signos de la pérdida cognitiva, algo que no se consigue a través de la vía clínica por la demora que usted comentaba. ¿Qué es lo que falla? ¿Cómo se puede mejorar ese tiempo de diagnóstico?
Lo que está fallando, para empezar, es la preparación y la falta de especialistas en problemas cognitivos en Atención Primaria. Es decir, no hay equipos de neuropsicólogos. Y los neuropsicólogos son muy importantes para detectar los problemas del deterioro cognitivo y para etiquetar si esos problemas son susceptibles de estudiarlos mejor. Hoy por hoy, los médicos de Atención Primaria, solo tienen un instrumento: la queja subjetiva de memoria del paciente. Y ante estos primeros síntomas, el médico de Atención Primaria solo utiliza uno o dos test que son muy sencillos, que son el minimental y el MoCA, que se pasan en cinco minutos y, digamos, son test demasiado poco específicos como para poder diagnosticar a una persona con Alzheimer. Solo cuando el médico de cabecera lo considera necesario, deriva al paciente a atención especializada: Neurología o Psiquiatría. Por lo cual, se añade a la lista de espera de la especializada. Y una vez allí, se le hacen las pruebas diagnósticas, una vez superada su lista de espera. Total, desde que el médico de cabecera decide enviarlo a atención especializada hasta que se reciben los resultados de las pruebas, pueden pasar de cinco a quince meses. 

-¿Cómo se puede mejorar ese tiempo de diagnóstico?
A nivel de Atención Primaria, lo primero es hacer caso al paciente y evaluarlos de una manera más completa. Es decir, se necesitan equipos específicos en Atención Primaria que estén especializados en Psicogeriatría, o que tengan una preparación especial en patologías de mayores, y que tengan una preparación especial para detectar la aparición de los primeros síntomas de déficit cognitivo. Es decir, que se pueda detectar desde la Atención Primaria sin necesidad de tener que llevarlos a especializada por las listas de espera, fundamentalmente. 

-¿Qué beneficios tiene para el paciente la detección precoz del Alzheimer?
Muchos. El primero es que nosotros podemos establecer biomarcadores. Es decir, pruebas biológicas que nos dicen si efectivamente el paciente tiene Alzheimer u otro tipo de demencia, como demencia vascular u otra. La idea es que podamos ofrecer la certeza de que ese diagnóstico existe, no solo una sospecha clínica por un test. Y, ¿cómo lo hacemos? Con pruebas. Concretamente, resonancias magnéticas, pruebas de punción lumbar o tomografías de emisión de positrones. Con esto, ya hacemos un diagnóstico exacto y correcto, y después les ofrecemos participar voluntariamente en los nuevos ensayos clínicos para el tratamiento del Alzheimer. El último fármaco que se aprobó para el Alzheimer fue hace ya 17 años, y desde entonces no hemos vuelto a tener ningún tratamiento nuevo. Ahora están llegando tratamientos nuevos, con oportunidades de investigación, como los que utilizan anticuerpos monoclonales. Es una opción muy interesante que podemos ofrecer a los pacientes que entran en los circuitos de investigación de tratamientos que ahora, por fortuna, está llena de nuevos medicamentos. Y además, en el ‘Proyecto Edades’ les ofrecemos participar en un proyecto de estimulación cognitiva, un proyecto no farmacológico en el cual acuden a un centro que hemos creado con tres especialistas que se dedican a organizar actividades para que no se pierdan las funciones cognitivas, más bien al contrario. Estimular la memoria, la atención, la socialización, las capacidades manuales, las capacidades psicomotoras, emocionales… es un centro al que acudirían tres días por semana, dos horas y media cada día, y ahora mismo tenemos capacidad para hacer grupos de diez personas. Es decir, podríamos incluir a hasta 40 personas en este proyecto.

-Como dice, el ‘Proyecto Edades’ no solo va de detectar los signos de la demencia, también tiene una parte de interacción social, con la celebración de visitas, viajes o conferencias. ¿Qué beneficios tienen estas actividades para los participantes?
Se ha visto que el cerebro, cuando está estimulado emocionalmente y socialmente enriquecido, produce una pérdida mucho menor de neuronas, y que la gente que está triste, desanimada y desalentada, pierde mucho antes las neuronas y aumentan mucho los síntomas de demencia. 
Con lo cual, intentamos nutrirles de esa especie de “gasolina” que echamos a nuestras neuronas para que funcionen, sacarles a aquellas actividades que tienen que ver con lo social, lo emocional, el humor, pasarlo bien... hacer una vida social con todas las actividades cognitivas y físicas. Que por cierto, se ha demostrado que la actividad física es muy importante para favorecer la mejora cognitiva. En resumen, lo peor que puede hacer una persona mayor que se jubila es quedarse en casa, sin ver a nadie y viendo la televisión. 

-Con la pandemia, ha habido un boom de actividades de estimulación cognitiva que se realizan en formato cuaderno, evitando la presencialidad de los talleres de memoria. ¿Cómo lo ve?
Se queda muy corto. De esa manera, estimulamos únicamente una de las capacidades cognitivas, que pueden ser la memoria, la capacidad de solución, el cálculo, gente que hace crucigramas, sopas de letras, sudokus… pero nosotros queremos ir más allá,  hacer estimulación multifactorial y multidimensional, incluyendo no solo la capacidad cognitiva, también la capacidad social, la capacidad emocional, la capacidad psicomotora, el aprendizaje en el envejecimiento, el proyecto va mucho más allá. Nuestro proyecto es bastante más multidimensional, lo que afecta a más áreas cerebrales. 

-El Alzheimer y otras demencias son la tercera causa de muerte en Europa y toda América, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las otras dos son la enfermedad cardíaca y el ictus. A nivel social, ¿se conoce el Alzheimer?
Diría que el conocimiento general que tienen las personas sobre la enfermedad de Alzheimer es el del paciente que ya ha perdido completamente sus capacidades, que hay que ingresarlo y que ya no se puede hacer nada por él porque ni siquiera reconoce a su familia. La gente tiene un estigma con el Alzheimer relacionado con que es una enfermedad muy grave que no tiene ningún tipo de arreglo. La foto que la sociedad recibe es la de una demencia avanzada, pero el Alzheimer empieza muchos años antes. Lo que pasa es que pasa sin diagnosticar, desapercibida. Se ha visto ya que presencia de proteína beta amiloide, que es el marcador de que el cerebro se va deteriorando, aparece muchísimos años antes de que empiecen los primeros síntomas. Nosotros queremos romper una lanza a favor del diagnóstico precoz, y que una persona puede estar diagnosticada de Alzheimer prácticamente asintomática y empezar a hacer actividades que le protejan del deterioro posterior. Y eso es lo que la gente no conoce. La gente cree que el diagnóstico de Alzheimer es un diagnóstico fatal para toda la vida, y debemos luchar contra ese estigma. Se puede estar en fases iniciales y se puede vivir muchos años con esta enfermedad.

-Las personas que participen en este proyecto pasarán un año en él...
Sí, nosotros tenemos un presupuesto del Ayuntamiento de Salamanca para cuatro años que esperamos que se pueda renovar, pero las personas que van al centro, estarán durante un año. Después ya, tenemos que dejar paso a un grupo nuevo.


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