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Claves para apuntalar nuestro sistema inmunitario cuando nos hacemos mayores

Las defensas que nuestro organismo produce van declinando a medida que cumplimos años, es lo que se conoce como inmunosenescencia, por ello, se insta a investigar más en terapias encaminadas a retrasarla. Mientras tanto, una dieta sana y equilibrada, una dosis de ejercicio moderado y vacunación serían los ingredientes necesarios para que nuestro muro de contención se mantenga en alto

E. Vicente EM 15-11-2022

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Ha llegado el otoño y ya se avista el invierno en el horizonte y empezamos a sentir, ahora que las mascarillas no son el complemento obligado, los síntomas que pueden predecir un resfriado o una gripe, que este año se intuye como más contagiosa, según advierten los expertos. Y los mecanismos automáticos de nuestro organismo preparan su respuesta. Empieza a trabajar el sistema inmunitario, ese muro de contención que se erige frente a enemigos no deseados, extraños o peligrosos, como microorganismos (comúnmente llamados gérmenes, como las bacterias, los virus y los hongos); parásitos (como los gusanos); células cancerosas; y ante órganos y tejidos trasplantados.

Pero este sistema no es estático, experimenta cambios morfológicos y fisiológicos a lo largo de la vida de la persona y va declinando con el envejecimiento. Un estudio reciente ha identificado hasta nueve señales que describen el proceso de la vejez y una de ellas –y quizás la más determinante– se refiere a modificaciones en el sistema inmunitario, un declive que técnicamente se denomina 'senescencia inmunológica' (inmunosenescencia) y que, sin lugar a duda, colabora en el aumento de la morbimortalidad.

CÓMO VA DECLINANDO NUESTRO SISTEMA INMUNITARIO

Sabemos ya que la actividad inmunitaria va cambiando y pierde eficacia a medida que cumplimos años. Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología y Jefe de Servicio de Inmunología del Hospital de Valdecilla, señala que durante ese proceso de inmunosenescencia 'nuestra respuesta inmunitaria ya no es tan competente y al igual que le ocurre a la vista o a la audición, también va disminuyendo'.

Como se explica en el artículo ‘Autoinmunidad y Geriatría’, pierde, por ejemplo, destreza a la hora de distinguir lo propio de lo ajeno, es decir, de detectar antígenos extraños. Además, los macrófagos, encargados de ingerir bacterias y otras células que no son propias del organismo, son más lentos a la hora de destruir esas bacterias, células cancerosas y otros antígenos, lo que puede justificar que la aparición del cáncer sea más frecuente a edades avanzadas. Por su parte, los linfocitos T, que actúan de recordatorio de antígenos anteriores, ralentizan su respuesta frente a ellos. Asimismo, disminuye la cantidad de glóbulos blancos o leucocitos, que son los que se enfrentan a enemigos nuevos. A medida que ganamos años se tienen cantidades menores de proteínas del complemento y no se producen tantas como a edades más tempranas para responder a las infecciones bacterianas. Y aunque la cantidad de anticuerpos que se producen en respuesta a un antígeno sigue siendo la misma, los anticuerpos pierden la capacidad de atacar al antígeno. 

Estos cambios explican, en parte, por qué la neumonía, la gripe, la endocarditis infecciosa y el tétanos son más habituales en edades adultas. Estas variaciones también explican en parte por qué las vacunas son menos eficaces a edad avanzada, y por tanto por qué resulta importante que las personas mayores se administren las dosis de recuerdo (disponibles para ciertas vacunas).

En suma, las respuestas del sistema inmunitario se debilitan, tanto las innatas como las adaptativas, y a su vez, la memoria inmunológica también se ve afectada cuando nos hacemos mayores.

CÓMO MITIGAR LA INMUNOSENESCENCIA

En un artículo publicado por la SEGG, titulado ‘Respuesta inmune e inflamatoria en el envejecimiento’, se apunta que 'no todos los individuos envejecen igual, ni física ni inmunológicamente. Los individuos centenarios mantienen un buen funcionamiento de su sistema inmunitario, no presentan una elevada inmunosenescencia, ni inflamación crónica y tienen generalmente menor deterioro inmunitario que la población de entre 70 y 80 años. Es esencial detectar marcadores genéticos, moleculares y/o inmunológicos que identifiquen precozmente a individuos de riesgo con el fin de realizar intervenciones diseñadas ‘ad hoc’ para retrasar la inmunosenescencia', es por este motivo que se insta a investigar más en profundidad en terapias encaminadas a retrasar la inmunosenescencia, en sí, un campo creciente de interés científico. 

Mientras llegan esos avances científicos, existen algunas estrategias sencillas que se pueden implementar para reducir o retrasar la inmunosenescencia y que podrían resumirse en tres grandes bloques: nutrición, ejercicio y vacunas. 

El artículo mencionado de la SEGG destaca 'la restricción calórica, que disminuye la producción de mediadores inflamatorios y revierte parte de los efectos de la inmunosenescencia sobre las células inmunes'. 

La actividad física también ha demostrado efectos beneficiosos contrarrestando la pérdida de masa muscular y favoreciendo el mantenimiento de una adecuada respuesta inmunológica. 'A nivel clínico, el desarrollo de medicamentos anti-inflamatorios de baja toxicidad es una idea interesante que podría reducir la inflamación crónica en ancianos', destaca.
 
Tener la mente sana es también muy importante. 

Y finalmente, las vacunas personalizadas dirigidas a adultos mayores podrían reforzar las respuestas inmunitarias. En todo caso, sería necesario mejorar la respuesta a las vacunas en ancianos, ya que a pesar de que ciertas vacunas, como la del neumococo, la gripe o el VZV, están recomendadas para ancianos su eficacia no es satisfactoria. Por ejemplo, el título de Ac contra el tétanos decae a partir de los 50 años, por lo que dosis de refuerzo de la vacuna del tétanos deberían darse a intervalos de diez años. De forma similar, muchos ancianos también muestran una protección incompleta contra la difteria, por lo que una dosis de refuerzo  debería ser considerada para individuos de más de 65 años, así como la vacunación contra la hepatitis A y B. Además, es necesario identificar nuevas formas de producir vacunas, así como nuevos protocolos de vacunación adaptados específicamente a las características inmunológicas de los ancianos. Por ejemplo, las vacunas de ARN empleadas para prevenir la Covid-19 han mostrado una alta efectividad, incluso en individuos mayores de 65 años. También se deben ajustar las dosis de las vacunas en los ancianos. Por ejemplo, altas dosis de la vacuna de la gripe han mostrado ser más eficaces respecto a las dosis estándar.

‘INMUNOFITNESS': ENTRENANDO A NUESTRAS DEFENSAS

Mantener en forma el sistema inmune para defender a nuestro organismo de agresiones externas o infecciones resulta clave a medida que envejecemos. Con el objetivo de concienciar sobre esta realidad, GSK puso en marcha la campaña ‘Inmunofitness’, un proyecto orientado a sensibilizar a las personas mayores de 50 años acerca de la necesidad de entrenar el sistema inmunitario para que a pesar del envejecimiento, nuestras defensas tengan una buena salud.

A través de su página web y del perfil de GSK en Twitter y a través del hashtag #inmunofitness, los usuarios tienen acceso a artículos profesionales, entrevistas de interés, así como también tips y ejercicios, así como a una serie de recomendaciones que contribuyen a mantener un correcto entrenamiento del sistema inmune y que se sustenta sobre cuatro pilares fundamentales: llevar una alimentación correcta, saludable y equilibrada que ayude a preparar nuestro organismo frente al paso del tiempo; practicar deporte o ejercicio y llevar una vida activa para preparar nuestro cuerpo ante el paso del tiempo; la necesidad de tener una mente sana libre de estrés que incluya prácticas de meditación y un descanso nocturno adecuado ya que mientras dormimos se generan moléculas necesarias para combatir infecciones y se fortalece la inmunidad natural; y la prevención de enfermedades mediante la vacunación.

La finalidad es mantener nuestro sistema inmunitario en buenas condiciones, lo que nos ayudará a tener una vida más longeva, a envejecer saludablemente y, por consiguiente, con una mejor calidad de vida. ¡Anímense a entrenar la salud!


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