Las comunidades de cuidados rurales reafirman su potencial para reactivar la vida y los cuidados en los pueblos
El segundo encuentro del proyecto Comunidades de Cuidados reclama la necesidad de sumar a más vecinos a los grupos motores y a las Administraciones locales para garantizar su sostenibilidad
Ildefonso, de 96 años, resume a la perfección en qué consiste una comunidad de cuidados rural: “Esto es hacer pueblo”, una frase es una buena síntesis del II Encuentro de las comunidades de cuidados rurales que se acaba de celebrar en la localidad segoviana de Muñoveros.
Los grupos motores de Casas del Castañar, Fresnedillas de la Oliva, Muñoveros y Santa Cruz de la Sierra presentaron en este encuentro las iniciativas de sus respectivos municipios, todas ellas caracterizadas por estar diseñadas y organizadas por la propia comunidad vecinal, algo que ha permitido poner en marcha servicios plenamente adaptados a las necesidades y a los recursos disponibles en cada pueblo.
Un servicio de comidas a domicilio aprovechando los recursos existentes en una residencia municipal, terapia ocupacional, un taller poético, rutas saludables autogestionadas y personalizadas, redes de voluntariado… Estas son algunas de las iniciativas desplegadas en los últimos meses, todas ellas dirigidas a mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas mayores como objetivo primario y semilla de otros muchos otros cambios en la cotidianeidad de estas localidades.
“Tengo fe en este proyecto de envejecer en mi casa —asegura Carmen, vecina de adopción de Muñoveros— el reto es que significa un cambio de paradigma, tanto en el tema de cuidados a las personas mayores como de participación de la comunidad. Son dos paradigmas muy difíciles de cambiar, porque hay una inercia de ‘los que gobiernan por un lado y el pueblo por otro’ o que el cuidado estaba a cargo de los familiares, sobre todo de las mujeres. Creo que la gente que no ve la bondad de este proyecto es porque no concibe siquiera que eso pueda ser de otra manera a como ha sido siempre”.
Uno de los impactos más visibles de estos proyectos es la revitalización de espacios que estaban infrautilizados o directamente en desuso, como un viejo cine en Eljas o el espacio sociocomunitario de Muñoveros, donde se han multiplicado las actividades y en el que el Ayuntamiento ha realizado obras para hacerlo más accesible, con una rampa y un baño adaptado. “Han salido de ahí muchas actividades muy buenas, has compartido mucho tiempo con gente que [de otro modo] no lo hubieras hecho, has sacado de sus casas a personas que estaban bastante marginadas, hemos interaccionado mucho más con determinadas personas mayores”, señala Carmen.
La misión ahora es, como expresan desde Comunidades de Cuidados, "contagiar el entusiasmo y el compromiso de los grupos motores y convencer de que las iniciativas que se han puesto en marcha benefician a todo el pueblo. Por eso, para salvar las reticencias de algunas vecinos, quieren hacerles ver que las comunidades de cuidados no son proyectos aislados o de un grupo o una asociación concreta, sino una fórmula para revitalizar la vida en los pueblos en las que cabe todo el mundo. Es más: se necesita a todo el mundo".
SENTIRSE PARTE DE LA COMUNIDAD
Comunidades de Cuidados es un proyecto piloto de investigación e innovación financiado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 con fondos Next Generation EU. Se enmarca en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, concretamente en el componente 22: Plan de choque para la economía de los cuidados y refuerzo de las políticas de inclusión, cuyo objetivo es promover la transición de un modelo de cuidados “institucionalizado” a otro más respetuoso con los derechos humanos, basado en un enfoque comunitario y centrado en el proyecto de vida de cada persona, en particular en lo que respecta a las personas mayores. El proyecto contribuye también a la Estrategia Estatal de Desinstitucionalización.
Las Comunidades de Cuidados Rurales la forman seis pequeños municipios de cuatro comunidades autónomas: Casas del Castañar, Eljas y Santa Cruz de la Sierra (las tres en Cáceres), Fresnedillas de la Oliva (Comunidad de Madrid), Maranchón (Guadalajara) y Muñoveros (Segovia).
La labor de estas comunidades, impulsada para activar los cuidados de las personas mayores y que puedan seguir viviendo en su casa y en su entorno de referencia, se ha revelado como una palanca para dinamizar toda la vida vecinal. Uno de los ejemplos más destacados es el servicio de comidas a domicilio que de Casas del Castañar (Cáceres). A donde no lleguen los recursos municipales (en periodo de vacaciones, por ejemplo), “el grupo motor nos implicamos y hacemos el reparto de forma totalmente desinteresada. Para ello contamos con el apoyo de las asociaciones”, asegura Mª Asunción. Ana coincide en que esta iniciativa ha salido adelante gracias a que toda la comunidad creía en ella: “Están implicadas todas las asociaciones del pueblo, la de jóvenes, la de mayores, la de mujeres, agentes culturales del municipio, el propio ayuntamiento”.
En Santa Cruz de la Sierra, Adrián es el guía de las rutas saludables. Este profesor de educación física jubilado hizo una demostración de cómo se organizan y cuáles son sus beneficios para la salud, no solo física, puesto que las rutas permiten momentos de charla y de contacto social valioso, además de recorrer el entorno natural de estos pueblos, uno de sus mayores recursos.
El encuentro de Muñoveros ha servido para reivindicar conjuntamente más implicación de la población y más recursos en forma de inversiones públicas. “Solidaridad y dinero”, como repitieron muchas de las personas participantes —conscientes de que es imprescindible aunar recursos de naturaleza social más intangibles con otros puramente materiales—, son las principales demandas de las comunidades de cuidados rurales para seguir adelante y que se puedan replicar en otras zonas.
Hasta ahora, la dinamización de las comunidades con personal especializado y el coste de determinadas acciones ha corrido a cargo del
proyecto Comunidades de Cuidados, que finaliza este año y que ha tenido un carácter experimental, de pilotaje. Una vez comprobado el potencial de este experimento social para reactivar el tejido vecinal y lograr que “toda la comunidad participe en las decisiones, no solo los políticos”, como se puso de manifiesto en el encuentro, estos grupos están trabajando para seguir adelante y asegurar su sostenibilidad.