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OPINIÓN

Síntomas conductuales y psiscológicos de la demencia en residencias

Por Rubén Muñiz Schwochert, director de Investigación de la Fundación Maria Wolff. Coordinador del International Non-Pharmacological Therapies Project

19-12-2012

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Los síntomas psicológicos y conductuales de las demencias (SCPD) son un tema complejo. Desde el punto de vista de los trabajadores, la “agresividad” suele ser el asunto más candente.
¿Cuáles son las causas de estas agresiones en residencias? La mayoría de los profesionales apuntan al “proceso neurodegenerativo” o al “Alzheimer”. En nuestra opinión, esta explicación es incompleta, por no decir errónea.
La demencia dificulta a la persona la modulación adecuada de su afectividad y conducta. Pero esto no significa que la agresividad de la persona con demencia tenga un origen endógeno. En nuestros programas de consultoría con centenares de casos, nos encontramos con que la agresividad del enfermo de demencia suele ser reactiva la mayoría de las veces. Su origen puede hallarse en detonantes evitables por la institución: trato inadecuado, rutinas que irritan al residente, salas abarrotadas de gente y ruido, dolor no tratado, problemas de continencia, uso de sujeciones físicas o químicas y estresores similares. Desde los años 90, la IPA recomienda las Terapias No Farmacológicas (TNF) como tratamiento de primera elección ante los SCPD porque numerosos estudios han demostrado que son más eficaces que los fármacos a secas (además, evitamos efectos secundarios). Esto no significa que las TNF sean la panacea, ni que no deban usarse los fármacos: como en toda dolencia humana siempre hay casos resistentes al tratamiento o los éxitos son en ocasiones parciales.
Difícil o no de tratar por el condicionante orgánico subyacente de cada caso, la prevención es clave: la agresividad se puede prevenir en gran medida. Ése debería ser el énfasis de toda institución. La literatura demuestra que esto se puede conseguir con formación y consultoría.
En Alemania y otros países como el nuestro, el uso de antipsicóticos como falsa solución a los SCPD es literalmente escandaloso. La prensa generalista alemana ya se ha hecho eco del uso abusivo de estos fármacos. Por ejemplo: según estimaciones de la Universidad de Bremen (Glaeske 2012) el 33% de las personas alemanas con demencia toma antipsicóticos. En España la situación es similar. Ocurre que los expertos sabemos que la inmensa mayoría de estas prescripciones no cumplen criterios médicos, sino que obedecen a factores sociales (cuidadores sin formación en el manejo de las demencias, etcétera) o culturales (intolerancia a SCPD inocuos como la deambulación, las preguntas repetitivas, etcétera). Hablando en plata: se trata de sujeciones químicas que aumentan la mortalidad, producen letargia, limitan la capacidad comunicativa del residente, aumentan las caídas y lesiones, dificultan los cuidados al personal asistencial y restan sentido a la existencia de las personas sometidas a estos “tratamientos”. Tapujan y perpetúan los déficits asistenciales. En España el tema aún no ha saltado a la opinión pública, pero los profesionales y los dirigentes de las instituciones deberíamos ser proactivos: por un lado debemos formar a nuestros médicos, técnicos y equipos de gerocultores en el manejo de los SCPD. Y por el lado institucional debemos rediseñar parte de los procesos que pueden evitar o mitigar su aparición.
Lo positivo, es que cada vez son más los directivos que han identificado el problema y se disponen a ponerle solución. Y solucionar estos problemas no solo reporta más calidad de vida a residentes, familiares y trabajadores, sino que mejora la situación de costes asistenciales. En esta reseña solo hemos tocado la punta de la punta del iceberg. Otro día más.


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