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La paradoja del empleo

Por Mario Cugat Leseurs, gabinete de Estudios de la Federació D'Associacions de Gent Gran (Fatec)

08-07-2016

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Hartos estamos de oír hablar de que las pensiones no serán sostenibles, aunque nos dicen que han tomado medidas para conseguirlo. Sin embargo, los datos reales del gasto de pensiones dicen que, mes a mes, hay que recurrir al fondo para acabar de pagarlas.
El caso es que el insoportable –pese a los discursos buenistas de los políticos– alto nivel de paro, unido a los bajos salarios actuales, a la intermitencia en tener empleo y que este sea, a veces, por solo días u horas, no permite capitalizar un suficiente nivel de cotizaciones mensuales para hacer frente a los pagos.
No hay suficientes puestos de trabajo para cubrir la demanda y las reducciones de las plantillas activas es constante. Y aquí aparece una singular paradoja: baja el empleo remunerado y, en cambio, todos los ciudadanos de cualquier edad nos convertimos en miniempleados sin salario.
Fíjense: cuando voy a una cafetería o a un restaurante de self-service tengo que tomar una bandeja, poner un cobertor, extraer lo que quiero consumir, la cubertería y los complementos, llevarlo a caja, pagar, buscar mesa, comer o beber y finalmente devolver la bandeja a un armario de residuos.  O sea, menos personal porque yo lo suplo en parte.
Cuando voy al banco tengo que usar el cajero automático, casi para cualquier gestión y cada vez más me estimulan a no pasar por ventanilla y espabilarme solito. Menos personal porque yo lo suplo en parte. Y para ayudarles a pagar el sueldo de los empleados que quedan, cada trimestre me cobran el mantenimiento de cada cuenta corriente o libreta de ahorro que nadie gestiona salvo yo.
Puedo ir la cine comprando antes las entradas por Internet, eso sí, escogiendo la butaca, película, día y hora, con lo que me evito la cola y al entrar en la sala tengo que buscarme, a menudo a oscuras, mi butaca. Menos taquilleras y ningún acomodador.
Las diversas Administraciones publicas han preparado programas para que, por vía de Internet, pueda hacer diversidad de gestiones oficiales desde mi casa lo que me evita el desplazamiento y la espera y a ellas el funcionario.
Cuántas compañías de teléfonos, agua, gas, electricidad y otras, ponen a tu disposición un teléfono de atención al cliente que siempre está colapsado, con hermosa musiquilla mientras te conectas, eso sí, pagando tú, que te obliga a responder 20 preguntas pulsando números o botones, antes de llegar a quien te atienda, que, a menudo está en otro país y a su menor sueldo.
Y todo, justificado para mi comodidad y facilidad y acompañado de la explicación que el bien o producto que consumo es, así, más barato. ¿De verdad? Lo único cierto es que yo trabajo, gratis, para ellos.


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