La innovación tecnológica abre un amplio campo en la mejora de la calidad de vida de las personas mayores, y dado el incremento en el número de estos potenciales usuarios, se puede considerar de amplísimo interés tanto desde el punto de vista social como económico. El uso de nuevas tecnologías, muchas veces criticado por los usuarios por su difícil comprensión en la mayoría de los casos, sirve finalmente como un gran avance en las prestaciones sociales, que una sociedad como la nuestra demanda de forma creciente.
La tecnología está cada vez más involucrada en nuestras vidas. De forma activa o pasiva, las personas somos permanentes usuarias de tecnología, aunque no se le da la importancia y no reconocemos el peso que tiene en nuestra vida diaria (televisión, electrodomésticos, telefonía móvil y fija, etcétera). En muchas ocasiones está tan arraigada en nuestras actividades cotidianas, sobre todo en algunas edades de la vida, que nuestra percepción no es de tecnología, sino de un elemento más de nuestro entorno.
Sin embargo, como he indicado, existe una barrera de entrada para las nuevas tecnologías en el sector de la población mayor por ser difíciles de adaptar o de comprender. Ahí es donde entra el factor clave de la innovación. El trabajo de empresas e instituciones especializadas en adaptar estas tecnologías para hacerlas utilizables por parte de estas personas mayores es primordial si queremos garantizar la difusión de su uso.
Programas financiados por la Unión Europea, como el Ambient Assisted Living (AAL), van encaminados a ese objetivo: la introducción de las nuevas tecnologías para mejorar el envejecimiento activo, fundamentalmente manteniendo a la persona mayor en su entorno más cálido: su casa.
Es importantísimo, en el momento actual de crisis económica, apoyar a las empresas e instituciones del sector que se involucran en este tipo de programas y actividades, ya que son las únicas que nos van a garantizar una mejora de la calidad de vida de las personas mayores, sin necesidad de realizar grandes inversiones económicas.
Lo que sembremos hoy, lo recogeremos en el corto o medio plazo, lo que no sembremos hoy difícilmente nos dará nunca algún resultado. No podemos esperar a que otros países nos den sus aplicaciones que, en muchas ocasiones, no se adaptan a la idiosincrasia de las personas mayores en España. Al final, nos convertimos en un país que sólo compra tecnología (ideas), cuando somos de los más prolíficos en capacidad de innovación.
Se nos llena la boca de “envejecimiento activo”, pero no sabemos, en la mayoría de los casos, de lo que estamos hablando. Centremos la idea, marquemos un objetivo y apoyemos a aquellos que sean capaces de llevarla a buen puerto.