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'Educar para el cambio cultural'

Por Marichu Calvo de Mora González, educadora social y animadora sociocultural. Coordinadora de la Comisión de Envevejecimiento Activo del CGCEES

08-05-2014

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Envejecemos desde que nacemos. Pero esta perspectiva está ausente a lo largo de nuestra vida. Sencillamente, la vejez y la muerte son tabúes en nuestra cultura.
Hemos sido educados, durante varias generaciones, en el paradigma de independizarnos de nuestros padres, tener estudios, encontrar empleo y formar una familia. El disfrute del tiempo de ocio y la autorrealización personal quedan en segundo plano. Rechazamos la vejez y, al mismo tiempo, deseamos vivir muchos años. Evitamos pensar en ella y hacer planes para vivirla.
Pero las generaciones de ciudadanos y ciudadanas mayores están cambiando. Quienes cumplen en 2014 más de setenta y cinco años de edad pertenecen a una generación marcada por el impacto de la Guerra Civil y la dictadura. Quienes cumplen 60 años de edad, en cambio, eran jóvenes cuando murió Franco y el país se abrió a la libertad. La diferencia generacional es profunda.
La Educación es un proceso multidireccional mediante el cual se transmiten conocimientos, valores, costumbres, hábitos y formas de actuar. La Educación está presente en todas nuestras acciones, sentimientos y actitudes. Es el proceso por el cual nos vinculamos a los demás, nos socializamos y adquirimos la conciencia de nuestra cultura y moral. Las generaciones más jóvenes aprenden conductas y formas de ver el mundo de las generaciones anteriores y crean además otras nuevas. De ahí su trascendental importancia.
Por ello, las políticas inteligentes serán las que implementen inmediatamente la perspectiva gerontológica e intergeneracional en los planes de estudio universitarios y de formación profesional en todas las titulaciones y las orienten a los nuevos yacimientos de empleo vinculados al envejecimiento.
Lo serán también aquellas que desarrollen programas de aprendizaje a lo largo de la vida desde la perspectiva del envejecimiento activo, centrados en la persona, el grupo, la comunidad y la participación ciudadana y atiendan a la diversidad; apoyándose en las fortalezas y recursos de las distintas generaciones (infancia, juventud, adultos y personas mayores), en viven en el mismo territorio e inviertan en I+D+i para evaluar la calidad de esos procesos educativos. El trabajo colaborativo entre equipos interdisciplinares de diferentes organizaciones públicas, privadas y del tercer sector, en los que los profesionales de la Educación ejerzan su papel orientador, didáctico y mediador será, sin duda también, una excelente hoja de ruta.
La sociedad necesita dar respuesta urgente al vertiginoso envejecimiento demográfico y los cambios sociales que determina. Adaptar sus valores, costumbres y actitudes para la sostenibilidad de la convivencia y el ejercicio de derechos y responsabilidades compartidas entre todas las generaciones.
Es imprescindible que las más jóvenes conozcan a las personas mayores y reconozcan y reclamen su aportación al desarrollo comunitario. Es fundamental la acción educativa. Educar para el cambio cultural, educar para la convivencia.


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