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Gema Pérez Rojo / Profesora de Psicología de la Universidad CEU San Pablo

“Hace años el mayor era valorado por su experiencia y sabiduría. Hoy, la vejez se asocia a características negativas”

La profesora de Psicología de CEU San Pablo, Gema Pérez, profundiza sobre cómo afecta la violencia de género en las mujeres mayores

Horacio R. Maseda 18-12-2014

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Pregunta-Usted asegura que el “edadismo”, esa mentalidad que supone vincular edad avanzada con infantilidad, senilidad, aislamiento o dependencia, es una forma de maltrato a las personas mayores. ¿En qué medida cree que esta actitud supone un maltrato psicológico?
Respuesta-El término edadismo fue acuñado en 1969 por Butler y es la tercera gran forma de discriminación tras el racismo y el sexismo. Debido a su sutileza y a la falta de concienciación respecto al edadismo, se estima que está presente en mayor proporción que las otras dos. Se define como la discriminación basada en la edad y refleja miedo y rechazo al envejecimiento. Es consecuencia del desconocimiento sobre cómo son las personas mayores y está presente en diferentes ámbitos: la sociedad, personas jóvenes, familiares de las personas mayores, profesionales, medios de comunicación y en las propias personas mayores. Además, existen factores que influyen en su presencia como la edad, género, conocimiento y contacto con personas mayores, cultura, grupo social, etcétera. 
La presencia del edadismo tiene consecuencias muy serias sobre las personas mayores tanto a nivel físico (dependencia, exceso de incapacidad, mala salud, mortalidad anticipada), como psicológico (autopercepción y autoestima negativa, hábitos de vida no saludables, indefensión aprendida)  y social (aislamiento, retraimiento). Por tanto, si el edadismo no es eliminado, los malos tratos a personas mayores continuarán existiendo. 
Habría que señalar que el “caldo de cultivo” de los malos tratos se encuentra en los cambios producidos en la sociedad. Estos cambios han generado modificaciones en la percepción y las actitudes hacia los mayores. Por ejemplo, hace años la persona mayor era valorada por su experiencia y sabiduría; sin embargo, hoy en día, la vejez se asocia sobre todo con características negativas, como debilidad, dependencia, fealdad, pérdidas físicas y cognitivas, y, además, se considera a las personas mayores como una carga. Estereotipos que además quedan bien reflejados a través de la imagen que nos transmiten, por ejemplo, los medios de comunicación, sobre las personas mayores. Es decir, cuando en un anuncio aparece una persona mayor, ¿qué productos se quieren vender? Audífonos, compresas para la incontinencia, pegamento para dentaduras o “productos antienvejecimiento”. Estos últimos son mis favoritos ya que transmiten la sensación de que el envejecimiento se pudiese parar, cuando lo que habría que transmitir es que se puede envejecer en las mejores condiciones posibles, lo que sí que está en nuestra mano. Estos estereotipos se pueden radicalizar más aún si, además de ser mayor, eres mujer. Todos estos productos se centran en solventar algunos cambios negativos asociados al envejecimiento que, ni aparecen siempre, ni lo hacen con la misma intensidad en todas las personas. Este es el aspecto negativo de los estereotipos, que igualan a los grupos, asociando características a todos sus miembros sin excepción. 
Los estereotipos también son responsables, por ejemplo, de la creencia mantenida por algunas personas de que “las personas mayores son como los niños” lo que deriva en situaciones de infantilismo: regañándoles, llevándoles de la mano, utilizando un lenguaje infantilizador con diminutivos incluso en sus nombres, de manera que Don Carlos de repente se convierte en Carlitos o utilizando la primera persona del plural (el “nos” para todo), o hablando de “nuestros mayores” (lo que denota paternalismo), no dejándoles que tomen sus propias decisiones, etcétera. Esta infantilización forma parte de los malos tratos psicológicos hacia mayores, aunque cueste verlo como tal.
Y el hecho de que las personas mayores asuman estos estereotipos negativos puede provocar que empiecen a emitir comportamientos acordes con esos estereotipos, que se comporten en base al guion que se ha establecido y se produzca el fenómeno de la “autoprofecía cumplida”.
Antes de continuar, también creo que es importante señalar que los malos tratos pueden ser intencionales y no intencionales. Concretamente, en el caso de los mayores, la mayoría de las situaciones son de tipo no intencionado. Sin embargo, el hecho de que no sean intencionales no significa que sean justificables, ni mucho menos. En cualquier caso, el tipo de intervención variará dependiendo de esa intencionalidad.
Además, debe quedar claro que las situaciones de malos tratos pueden ser explícitas, pero también hay situaciones, mucho más frecuentes, de malos tratos que pueden ser muy sutiles e incluso llegar a pasar inadvertidas como el infantilismo, el trato de silencio,  ignorarles o la violación de derechos. 

P.-¿Cómo podría fomentarse otro tipo de trato hacia los mayores? ¿Cuáles serían los aspectos clave en este sentido?
R.-En primer lugar, tal y como he señalado, desde mi punto de vista, un aspecto clave y fundamental sería la eliminación de los estereotipos negativos y el edadismo. Es necesario trabajar para conseguir una imagen más positiva y realista sobre las personas mayores.
Pero también habría otros aspectos importantes a los que prestar atención. Por un lado, trabajar sobre malos tratos que no aparecen en todas las clasificaciones y son más sutiles, como, por ejemplo, la tipología de violación de derechos. Aunque, si bien es cierto que actualmente se está trabajando bastante en el ámbito de los derechos de las personas mayores a nivel de formación, apenas existen estudios sobre prevalencia de los malos tratos en los que esta se incluya como categoría. 
La violación de los derechos está muy relacionada con el maltrato psicológico y consiste en privar de derechos básicos a una persona mayor que legalmente le corresponden como dignidad, intimidad, opción religiosa, capacidad para toma de decisiones, etcétera. 
Ante esta situación, a mí me surgen sentimientos ambivalentes. Por un lado, me alegra que se empiece a trabajar en uno de los tipos de malos tratos que yo creo que es más frecuente, mucho más que cualquiera de las tipologías clásicas, pero me da pena tener que hablar de ello. Yo pensaba que uno nacía con derechos y que esos derechos no desaparecían por el hecho de ser mayor; por lo que, si tenemos que formar en derechos de los mayores, significa, al menos desde mi punto de vista, que algo hemos hecho mal. 
Esta violación de derechos viene derivada nuevamente de los estereotipos negativos relacionados con el envejecimiento por un lado y, por otro lado, de la poca valoración que se le da a las personas mayores, de manera que cuando uno llega a mayor parece que pasa de ser ciudadano de primera a ciudadano de segunda y a formar parte de la población pasiva. Pues si los mayores son pasivos, que alguien me aclare qué es ser activo, puesto que estos mayores “pasivos” realizan todas sus tareas, cuidan de los nietos, son el soporte económico de muchas familias, etcétera.
Por otro lado, es muy importante la detección de factores de riesgo que llevan a aumentar la probabilidad de aparición de un caso de malos tratos. Esa detección permitirá poder trabajar desde la prevención y no desde la intervención. Además, es necesario que existan recursos que permitan trabajar tanto en la prevención como intervención. 
Que todos tengamos el mismo concepto sobre qué son los malos tratos hacia las personas mayores es imprescindible para poder trabajar todos en el mismo sentido y dirección. 
Finalmente, pero no por ello menos importante, es la formación y capacitación de las personas que cuidan de personas mayores, ya sea a nivel formal o informal. 

P.-Según un estudio sobre la prevalencia de malos tratos en personas mayores, en el que usted ha participado, más del 12% de los mayores se sienten maltratados. ¿Qué causas propician este tipo de comportamiento?
R.-Existen factores de riesgo cuya presencia aumenta la probabilidad de aparición de un caso de malos tratos hacia personas mayores. Los malos tratos no son el resultado de un solo factor de riesgo, sino de la combinación de diferentes factores: asociados al mayor como víctima, al responsable de la situación y a su contexto.
En el estudio al que se hace referencia, se encontró una sospecha de malos tratos de un 12,1% y los factores de riesgo encontrados fueron los siguientes:
En primer lugar, se encontró que ser mujer, con mala salud percibida, estar aislada, depender económicamente de otro y la tristeza son características que aumentan el riesgo de malos tratos en la persona mayor. 
Por otro lado, entre las características pertenecientes al responsable de los malos tratos se encontró el abuso de sustancias, trastornos cognitivos y buena salud física. 
Finalmente, entre las características pertenecientes al contexto, los conflictos familiares, la calidad de la relación y los problemas de convivencia fueron los relacionados con sospecha de malos tratos. 
-Debido al desconocimiento general de esta problemática, se suele decir que este tipo de maltrato es un ‘fenómeno iceberg’. ¿Cómo podemos dar una mayor visibilidad a esta realidad?
Podemos dar una mayor visibilidad a esta realidad aumentando la sensibilización y concienciación respecto a la violencia hacia las personas mayores, favoreciendo una actitud positiva hacia las personas mayores, poniéndolas en valor, mejorando la detección, prevención e intervención, etcétera. 
-¿Con qué herramientas cuentan las instituciones públicas para atajar esta cuestión?
Lo cierto es que existen pocos recursos para hacer frente a los malos tratos hacia personas mayores si los comparamos con los destinados a eliminar la violencia en otras poblaciones. 
En algunas instituciones, por ejemplo, cuentan con protocolos de actuación que se ponen en marcha ante la sospecha de un caso de malos tratos. 
Uno de los proyectos puesto en marcha para la actuación en casos de sospecha de malos tratos en el que he participado es el Programa de Actuación en Negligencia y Malos Tratos Psicológicos a Personas Mayores, que se viene desarrollando desde la Dirección General de Mayores y Atención Social del Ayuntamiento de Madrid en el seno del programa de atención a mayores vulnerables desde el año 2009 hasta la actualidad. En este programa, un equipo interdisciplinar, compuesto por una trabajadora social, una enfermera y una psicóloga, atienden a las personas mayores víctimas de negligencia y malos tratos psicológicos y a los responsables de estos que son derivados por los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid.
 
P.-La violencia de género es un problema que afecta a toda la sociedad, ¿cuáles son las principales características cuando revierte sobre la mujer mayor?
R.-Es importante tener en cuenta que en muchos estudios sobre violencia de género se excluye a mujeres a partir de 59 años. Esto, por un lado, dificulta el conocer la frecuencia con la que tienen lugar estas situaciones y, por otro lado, refleja la falta de reconocimiento de esta situación. 
Todas las características señaladas previamente como factores de riesgo pertenecientes a la persona mayor víctima podrían incluirse de nuevo en este punto, ya que en todos los estudios realizados sobre violencia hacia personas mayores se encuentra que ser mujer es un factor de riesgo. 
Lo que sí es importante diferenciar son las posibles situaciones en las que se puede producir la violencia hacia mujeres mayores. Mujeres que han experimentado la violencia por parte de sus parejas durante todo el periodo conyugal y que siguen experimentándolo cuando se hacen mayores, mujeres que experimentan por primera vez los malos tratos cuando son mayores y lo reciben tanto por parte de sus parejas como por parte de otras personas familiares, profesionales, vecinos, etcétera; y violencia hacia mujeres mayores por parte de una pareja formada durante la vejez.


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