Viernes, 26 de Abril de 2024 | Teléfono: 986 438 020
Atrás

OPINIÓN

Diferencias en las cooperativas de viviendas colaborativas para mayores o senior cohousing

Por José Carlos Rodrigo, economista y presidente de Habitat Colaborativo

12-12-2019

COMPARTIR
Con demasiada frecuencia leo artículos de prensa y opiniones sobre proyectos de cooperativas de vivienda o residenciales de mayores (que es lo que más me preocupa) en términos de desconfianza. Se basan en malas experiencias, normalmente surgidas durante los años de la crisis, que fracasaron, produciendo quebrantos importantes, e incluso la ruina económica de quienes confiaron en esos proyectos.

Sin embargo, es más difícil encontrar artículos que pongan en valor y ensalcen las bondades de las experiencias de éxito que, también bajo la fórmula de cooperativa, han trufado la geografía española. Me refiero al numeroso mapa de viviendas colaborativas para mayores o ‘senior cohousing’ que, como cooperativas, se han desarrollado y ofrecen una verdadera alternativa vital a sus socios.

Se trata de viviendas que permiten la vida independiente, completamente equipadas y adaptadas a las necesidades de las personas mayores y que ofrecen servicios comunes que favorecen la convivencia. Es esta es una de las fórmulas más eficaces para combatir la soledad no deseada, conocida ya como la ‘epidemia del siglo XXI’. Y es que, a pesar de las similitudes, hay dos modelos diferenciados, aunque comparten la forma jurídica de cooperativa. Y la diferencia es un elemento esencial sobre el que no se suele reparar y que es el modo en que se concibe la propiedad.

De una parte, están las cooperativas de viviendas, con una concepción tradicional a través de la adquisición de la propiedad, tan arraigada en nuestra cultura. En ellas, cada socio es propietario de su vivienda, pues se realiza la división horizontal al concluir la promoción, manteniendo la cooperativa un papel similar al de una comunidad de propietarios. Es muy similar a la vivienda libre, con las ventajas económicas del modelo cooperativo, pero expuestas a las vicisitudes del mercado inmobiliario y, principalmente, a la especulación.

De otra, las cooperativas de cesión de uso, en las que la propiedad de los inmuebles es de la cooperativa que los cede en favor de sus socios, siendo la cesión también transmisible, inter vivos y mortis causa. En este caso, la cooperativa tiene continuidad, pues administra espacios y los servicios con que se dotan sus socios y es una barrera a la especulación.

En ambos modelos se trata de cooperativas, pero unos tienen un marcado carácter inmobiliario y anteponen el ‘ladrillo’ y su propiedad al proyecto de vida, y los otros son proyectos sociales que sitúan a la persona y su bienestar por delante de la propiedad privativa.

Los proyectos fracasados que conozco, eran todos de cooperativas de viviendas, mientras que los de éxito, y con los que nosotros trabajamos, son cooperativas de cesión de uso.

Por favor, no los confundan y aprendan a diferenciarlos, pues se trata de prioridades diferentes.


Tlfno: 986 438 020 | contacto | aviso legal