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El mundo rural como alternativa, menos estrés y más salud

La crisis generada por el coronavirus nos ha hecho girar la mirada hacia el mundo rural, fijándonos en la importancia del sector primario y poniendo en valor la vida tranquila y natural que aporta el campo

Cristina Villanueva 08-02-2021

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Elena Pisonero, Presidenta Ejecutiva de Taldig, apuesta porque el campo es parte de la solución al reto demográfico

El cambio demográfico, la despoblación y el desequilibrio poblacional, son tres conceptos que en nuestro país caminan a la par.  
Durante estas décadas pasadas, en las que el país sufrió una revolución económica, amplias regiones se vieron afectadas por movimientos migratorios muy intensos desde las zonas rurales hasta las grandes ciudades. Y a causa de eso, provincias como por ejemplo Soria, vio como su población se reducía en este periodo más de un 23%, según las cifras de población del Instituto Nacional de Estadística (INE), mientras que otras como Madrid aumentaban un 73%, impulsada por el crecimiento de la capital. Cada año, este proceso de pérdida de población va haciendo mella en las áreas que los expertos han acuñado como ‘la España vacía’.

Entre las comunidades más afectadas por el abandono de población se sitúan Castilla y León -casi el 88% de los municipios de la comunidad tenían en 2018 menos población que la que registraban en 1998-; y tras ella, Asturias, Extremadura y Aragón.

SOCIEDAD ENVEJECIDA CON MAYORÍA DE HOMBRES
A esto se suma el envejecimiento de la población, otra característica del rural. En el conjunto de España las personas mayores de 64 años representan  el 19,3% de la población y en las zonas rurales este porcentaje asciende al 24,5%; es decir, que casi una de cada cuatro personas es mayor de 64 años. Además, esa cifra ha aumentado un 28,7% desde 2001. 

Los territorios más afectados por la despoblación no son sólo los más envejecidos sino, sobre todo, están sobreenvejecidos: 4 de cada 10 mayores de 65 años han superado ya los 80 años.  Unido a esto, hay que destacar la masculinización del rural, hay una cifra superior de hombres que de mujeres. 

NO HA SIDO ESPONTÁNEO
Para el profesor e investigador Julio López, las diferencias demográficas entre unas regiones y otras no es algo nuevo. “En algunas zonas de España se lleva sufriendo una clara despoblación desde hace 20 años, y eso es un problema porque la pérdida de población no es algo espontáneo, si no que depende de una serie de factores. En este sentido se muestra tajante: “Cuando un territorio sufre pérdida de población, esto es un problema. Hay provincias en las que la despoblación es un verdadero dilema, sobre todo porque está directamente relacionado con su escasa capacidad de generación de empleo, porque pierde población joven y capacitada”, asegura. 

Unida a esa dispersión geográfica están las diferencias demográficas entre medio rural y urbano. Julio López afirma que esto “también es un inconveniente porque la inmensa mayoría de la población que emigra del campo a la ciudad es porque se sienten ‘ciudadanos de segunda’, quieren tener acceso a servicios de los que disfruta la capital, que son muy diferentes, como la educación y la atención sanitaria, por poner dos ejemplos muy evidentes”.
En este aspecto tienen mucho trabajo las administraciones, ya que son las responsables de proporcionar a todos los ciudadanos los mismos recursos y servicios, independientemente de donde vivan.  

UNA OPORTUNIDAD EN LA CRISIS
Sin embargo, puede que se esté abriendo una nueva era para los entornos rurales. La crisis generada por el coronavirus nos ha hecho girar la mirada hacia el mundo rural, poniendo el foco en la importancia del necesario sector primario y haciéndonos reflexionar más sobre la salud, la vida natural y la tranquilidad, ventajas que no es fácil encontrar en una ciudad. 
Las claves para que se produzca ese cambio y la población decida dispersarse por otros territorios se encuentran en el apoyo a jóvenes emprendedores que impulsen proyectos en el rural, la digitalización total de esas zonas, la formación en nuevas tecnologías y ofrecer servicios de atención y recursos de proximidad para las personas mayores.


SE ABRE UNA NUEVA ERA EN LA QUE EL CAMPO ES PARTE DE LA SOLUCIÓN
Elena Pisonero es presidenta Ejecutiva de Taldig, empresa que ofrece acompañamiento estratégico a líderes y organizaciones del siglo XXI e impulsa proyectos de conocimiento e innovación en torno a los retos y oportunidades de la Cuarta Revolución Industrial. Además, es miembro del Consejo de Administración de Solaria, entidad dedicada al sector de la energía renovable. Pero sobre todo, Elena es firme defensora de la vida en el rural, entorno que ha cambiado por la ajetreada vida en una ciudad grande; y no solo eso, sino que considera el mundo rural como una de las soluciones al problema demográfico. “En mi opinión el campo puede pasar de ser un problema a ser parte de la solución en este momento de transición hacia una nueva era que el coronavirus ha acelerado”, manifiesta.

Según Pisonero, vivimos tiempos de mucha transformación que vienen fundamentalmente alimentados por el proceso de digitalización, que hace que podamos trabajar y relacionarnos independientemente de donde estemos. “Se ha roto esa distancia que había con la ciudad donde se iba a trabajar, ahora podemos vivir en el campo y tener un proyecto vital y profesional que hasta hace poco era imposible”.

LA DIGITALIZACIÓN ABRE MUCHAS OPORTUNIDADES
La diferencia de población que se produce entre unas zonas y otras de nuestro país es, a juicio de Elena Pisonero, parte del modelo económico que hemos tenido en todo el mundo. Señala que en España ha habido un gran desarrollo que ha provocado que nuestro nivel y calidad de vida aumente, pero eso sucedió porque todo se concentraba en unos núcleos de población en torno a la industria. Las oportunidades de trabajo se producían donde estaban las industrias, y la gente emigraba del campo a la ciudad. 

“De hecho este desequilibrio ha aumentado mucho en los últimos años, por eso hay o grandes ciudades o poblaciones pequeñas y dispersas. Eso es propio del modelo industrial y económico, pero se puede romper gracias a la digitalización, que nos permite estar conectados a nuestro centro de trabajo con independencia de nuestra ubicación física. Es lo que se denomina ‘economía descentralizada digital’. Para mí, esta es la gran transformación que empieza a crecer”, afirma.

ROMPER BARRERAS
Para Elena Pisonero no hay muchas barreras que impidan el despunte del mundo rural. “Hay que tener confianza en el futuro –asegura–. Se abre un momento de mucho cambio, pero hay que creer en ese cambio y tener ganas de participar en él”. 

Evidentemente, señala que tiene que haber las infraestructuras necesarias para que esa revolución digital se produzca y es importante impulsar formación para que todos los ciudadanos puedan utilizar la red. “Muchas personas mayores han podido estar en contacto con hijos y nietos durante toda la cuarentena gracias a las nuevas tecnologías. A causa del aislamiento les surgió la necesidad y aprendieron a usarlas”, concluye.




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