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Miguel Ángel Escotet / Presidente de Afundación

'Nos proponemos contribuir a renovar la idea colectiva que existe sobre las personas mayores'

El presidente de Afundación señala a entremayores que 'debemos dedicar tiempo, esfuerzo y recursos a los mayores y a las actividades que promuevan relaciones intergeneracionales'

I. Domato / EM 13-03-2017

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Pregunta.- En 2014 fue nombrado presidente de Afundación. ¿Qué balance hace de estos primeros años de trabajo?
Respuesta.- En septiembre de 2014, con la celebración del primer patronato de Afundación, ABANCA asume su mecenazgo y yo su presidencia. Desde el primer minuto, todo el equipo de Afundación trabajamos para trazar la hoja de ruta que materializase nuestro proyecto de ser la primera entidad gallega privada y sin ánimo de lucro capaz de responder a las demandas de una sociedad en constante evolución bajo los parámetros de la profesionalidad y la ética. Desde entonces, hemos avanzado en el modelo de gestión y de gobierno, hemos renovado las estructuras y la actividad. El motor que impulsa este movimiento transformador es ABANCA, como mecenas único de Afundación, un hecho que nos convierte en el músculo principal de responsabilidad social corporativa de esta primera entidad financiera gallega, que nace con un marcado carácter socialmente responsable.
En la gobernanza hemos constituido nuestro órgano de gobierno, el Patronato, un modelo de representación social y territorial que opera bajo los criterios de la profesionalidad, la experiencia, la transparencia, la austeridad y la ética; a la par que renovamos nuestro comité de dirección y ajustamos la estructura organizativa a la nueva estrategia, impulsando la polivalencia y la flexibilidad.
Hemos implantado un código de ética que regula los comportamientos esperados de todos los empleados, del equipo directivo y del Patronato, así como las incompatibilidades y la gestión de conflictos de interés. Afundación es hoy un modelo de ética, eficiencia e innovación.
En cuanto al direccionamiento estratégico, hemos centrado nuestra actuación en tres ejes: la educación superior, la cultura y el envejecimiento activo. Algunos hechos que constatan este progreso son: la creación del IESIDE (Instituto de Educación Superior Intercontinental de la Empresa), cimentado en nuestra Escuela de Negocios, que desarrolla un plan de transformación académica, innovación digital presencial y de internacionalización de sus estudios; los programas intergeneracionales que promueven el aprendizaje en todas las etapas de la vida; los programas de educación financiera en cooperación con ABANCA; y la programación para escolares, especialmente en el aprendizaje sociocultural y estético. Tres ejes permeados transversalmente por un factor clave, la educación innovadora y de calidad, dinamizándola a todos los niveles como un aprendizaje a lo largo de toda la vida. La educación transforma sociedades y lo cambia todo, el aprendizaje desarrolla la conciencia y esta es la única capaz de cambiar el mundo. Por ello intentamos promover el gusto por el conocimiento, la curiosidad por aprender, sea cual fuere nuestra edad o momento vital, porque si logramos que las personas alcancen la felicidad a través del conocimiento, entonces estaremos haciendo, sin duda alguna, una inversión de futuro, sentando las bases de una sociedad más justa y libre, más cívica y ética.

P.- Los senior son uno de los colectivos en los que Afundación centra su atención. En este sentido, destaca el programa ‘El valor de la experiencia’. ¿Qué objetivo persigue esta iniciativa?
R.- ‘El valor de la experiencia’ nace con el objetivo de aprovechar la sabiduría y la experiencia profesional y vital de todas las personas que aumentamos la pirámide poblacional en su vértice. En la cultura  occidental, y particularmente en la europea, las personas se jubilan a los 65 años, e incluso antes de esa edad. Hoy en día, 65 años son muy pocos, la esperanza de vida y la salud, afortunadamente, han mejorado. Deberíamos estar profundamente preocupados por no dejar escapar esa experiencia y sabiduría de vida que nos aportan los mayores. Estados Unidos es un paradigma de esto. La universidad, por ejemplo, no prescinde de sus profesores por cumplir un número de años determinado. Estos se retiran cuando consideran, cuando su salud o situación personal lo requiere. Están aprovechando al máximo esa sabiduría que solo los años aportan y que es fundamental para que otras generaciones conozcan el pasado, comprendan el presente y puedan proyectar el futuro.
En Afundación tenemos claro que debemos dedicar tiempo, esfuerzo y recursos a los mayores y a las actividades que promuevan las relaciones intergeneracionales enfocadas, sobre todo, a aprovechar y canalizar toda esa experiencia imprescindible para comprendernos como individuos y como sociedad. Alcanzar el conocimiento y la comprensión de nuestro mundo a través de aquellos que ya han transitado gran parte de su vida, que ya han reflexionado y experimentado como garantía para acompasar el futuro, como una formación de vida desde el corazón, nos hará más satisfechos, más sabios y mejores como personas y seguramente también como profesionales. Sin duda, una sociedad asentada en el conocimiento a través de la experiencia de sus semejantes y en la educación en valores, será una sociedad mucho más segura emocionalmente, más estable y con unos principios tan sólidos que la habrán de preparar para afrontar los nuevos retos y los esquemas de incertidumbre que el futuro siempre presenta.
Por todo ello, Afundación ha puesto en marcha este programa, esta escuela de la experiencia, que potencia el papel activo de los mayores en la sociedad, de tal manera que permanezcan como miembros productivos, valorando el capital social que representan a través de la oportunidad de que sus conocimientos y su sabiduría de vida puedan enseñar y guiar a las generaciones más jóvenes y, cómo no, seguir aprendiendo de esas nuevas generaciones.

P.- En este programa desarrollan proyectos de carácter intergeneracional como ‘Fálame da emigración’. ¿Qué acogida tuvo por parte de los centros escolares participantes? ¿En qué benefició a los mayores que protagonizaron esta iniciativa?
R.- La experiencia ha aportado resultados interesantes y profundamente emocionales, ha permitido a jóvenes y adultos intercambiar experiencias y aprender de ellas a través de la empatía y los afectos, a través del corazón. Esto es lo mejor que podría haber sucedido porque no hay ningún aprendizaje más rico, más sólido y más ético que aquel que nos conmueve, nos iguala y permite que nos reconozcamos en el otro. Este es el conocimiento que genera sociedades cívicas, libres e igualitarias y nos ofrece alas para el viaje del futuro. En este sentido, los estudiantes manifiestan que aprendieron muchas cosas que no están en los libros acerca de la emigración, que averiguaron historias de sus propias familias que hasta el momento desconocían y que aprendieron que el pasado forma parte de nuestra identidad.
Además, mencionan otros muchos aspectos que enlazan directamente con el concepto de solidaridad intergeneracional que desde Afundación queremos promover: cambios favorables en la percepción que tenían de los mayores, agradecimiento y curiosidad por sus lecciones de vida, gratitud por proporcionarles referentes positivos de esfuerzo y de superación personal y reconocimiento por haberles escuchado y haber intercambiado opiniones con ellos.
No existe mayor ejercicio de emprendimiento que aquel que ha correspondido a los emigrantes. Los mayores que en su día emigraron, sin medios y con la incertidumbre ante lo desconocido, afirman también sentirse satisfechos por haber podido hablar de su pasado, dicen haberse sentido “útiles y escuchados ante una juventud acogedora y expectante”, un ejercicio fundamental que les ha permitido también redimensionar sus vidas ante sí mismos y resituar sus vivencias y aprendizajes desde esa relatividad que el tiempo siempre permite. Así mismo, la importancia que para ellos tiene el dejar un legado, el enseñar y transmitir valores positivos a los más jóvenes y participar, de este modo, en la sociedad ha encontrado un espacio en este programa.
Por otro lado, los docentes han podido experimentar nuevas modalidades de aprendizaje no formal que les han facilitado estimular la curiosidad y motivación de sus estudiantes. Este hecho de despertar la curiosidad por el conocimiento es fundamental en cualquier sistema social y educativo que pretenda formar a personas éticas y responsables, que pretenda crear una masa crítica y libre a la hora de pensar. Esta es la base de una sociedad avanzada, culta, más justa y mejor.

P.- ¿Qué otras iniciativas tienen previstas con respecto a los senior de cara al ejercicio de 2017?
R.- La prioridad ahora es afianzar y ampliar el alcance de nuestros programas intergeneracionales de manera que este intercambio tan productivo entre jóvenes y mayores sea un motor que impulse la transformación social. Esta reciprocidad de experiencias debe ser una referencia en el modo de aprender y de gestionar el conocimiento dentro de una sociedad cuyos retos de futuro, condicionados por una situación de cambio permanente y de eventual crisis producto de la falta de adaptación ante ese cambio, requieren innovación y flexibilidad, dos conceptos que este programa, sin duda, facilita y promueve.
En nuestros once ‘Espacios +60’ desarrollamos un amplio programa de actividades dirigidas a fomentar el bienestar psicofísico y social de las personas mayores. En 2017 continuaremos trabajando para integrar estos espacios en nuestras sedes de tal manera que estas ofrezcan a la ciudadanía espacios intergeneracionales y multidisciplinares que aúnen las áreas de educación, cultura y envejecimiento activo. En 2016 celebramos la reapertura de nuestra sede Afundación Ferrol bajo estos parámetros y este año haremos lo propio con nuestro espacio de Vigo.
Otro objetivo fundamental este año tiene que ver con IESIDE. Promoveremos sinergias entre este y los programas de envejecimiento activo, reflexionando junto a los actores del tejido empresarial gallego sobre los retos y oportunidades que presenta el envejecimiento poblacional actual. Promoveremos espacios de escucha entre mayores con trayectorias empresariales importantes y estudiantes del IESIDE que comienzan su andadura profesional.
Por otro lado, y de manera transversal, a través de nuestros programas propios y en colaboración con medios de comunicación, nos proponemos contribuir a renovar la idea colectiva que existe sobre las personas mayores, a través de la difusión de modelos positivos, diversos y reales de personas que cumplen años con proyectos vitales y profesionales que continúan aportando a la sociedad conocimiento y experiencia.

P.- La investigación social y psicológica ha ocupado buena parte de su trayectoria profesional. ¿Cómo valora la situación actual del tejido social en Galicia? Y ¿cuáles son los retos de futuro de Afundación en materia de personas mayores?
R.- En Galicia, como en Europa y  en la mayoría de las culturas desarrolladas de nuestro tiempo, asistimos a un momento de mudanza permanente y de crisis producto, como decía anteriormente, de la falta de adaptación a los cambios que a ritmo de vértigo forman parte de nosotros mismos. Desde las instituciones privadas, y desde las públicas, debemos responsabilizarnos de asumir y gestionar esta transformación que se manifiesta en la diversificación de las sociedades y su composición multicultural, de la incorporación de las tecnologías a la vida cotidiana, del acceso del ciudadano a formas de conocimiento nuevas y de la mutación, sin pausa, de la sociedad definida por la incertidumbre y la complejidad. Asistimos a una gran crisis ética, representada en gran parte por la tan mediática crisis económica y financiera que también es social. Todo ello conforma una globalidad epistemológica a la que se ha etiquetado como “explosión del conocimiento” y complejidad de relaciones.
El siglo XX, apegado a certezas rígidas y lentamente modificables ha quedado atrás y el presente XXI se percibe menos dogmático y más orientado hacia la dialéctica del determinismo y la aleatoriedad. Ante este contexto, solo cabe preparar a la sociedad para el cambio y esto solo es posible a través de la educación en todas sus dimensiones y en cualquier etapa de la vida. Las instituciones, que de alguna manera, aportamos a la educación del ser humano debemos enfocar nuestras acciones hacia un conocimiento basado en la interacción de experiencias, tanto individuales como sociales, de tal manera que den sentido a la vida de las personas. Debemos educar en un sentido amplio del término, formando e instruyendo al mismo tiempo; combinando los procesos cognitivos y afectivos y convirtiendo los contenidos en elementos libremente disponibles, promoviendo el crecimiento de la personalidad y la convivencia en sociedad.
En ese punto exacto es donde el papel de los mayores es imprescindible, donde ‘El valor de la experiencia’ y los programas intergeneracionales se hacen fundamentales porque nos permiten humanizar el conocimiento y hacerlo versátil. Y ese es nuestro gran reto de futuro como entidad, promover una educación en sus dimensiones ética y estética, cognitiva y afectiva que traiga consigo la búsqueda del bien y la justicia y el respeto a la libertad propia y a la ajena. Escuchar a los adultos mayores, compartir sus experiencias y promover su participación social dimensiona la educación en los valores del respeto por la diversidad, la empatía, la democracia, la libertad y la pasión por aprender. Una formación así nos prepara y nos da alas, sin duda, para el viaje de la vida. Y ese es el reto, aprender a volar.


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