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Ya brotan las flores... y también la alergia al polen

Los mayores no están exentos de empezar a sentir picor en los ojos y estornudos: toda la población alérgica es susceptible de tener estos síntomas. Sin embargo, los problemas asociados al envejecimiento pueden intensificarlos

Redacción EM 14-05-2019

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Aunque todavía llueve de vez en cuando, mayo es un mes en el que empieza a apetecer abrir la ventana, tomar el sol un rato desde ella y respirar aire limpio. ¿A que suena bien? Estas acciones, a priori tan simples como salir a la calle en época primaveral, entrañan, para muchas personas –también mayores–, el riesgo de sufrir los efectos de la polinosis, más conocida como alergia al polen.

En España, una de cada dos personas padece o padecerá durante su vida algún tipo de alergia, y la estación primaveral provoca un aumento importante de sus síntomas. Estos no tienen por qué ser necesariamente graves, pero tienden a alterar la calidad de vida de las personas que sufren alergia, e incluso, “en personas de edad avanzada, puede originar cuadros más complejos, como el asma”, afirma la doctora Pilar Cots, jefa del Servicio de Alergología del complejo hospitalario madrileño Ruber Juan Bravo.

La experta indica que los signos básicos de que una persona está presentando una alergia al polen, independientemente de la edad, son tres: lagrimeo, picor de ojos y estornudos. “Sin embargo, en personas mayores, la piel y los ojos presentan mayor sensibilidad debido a los problemas asociados al envejecimiento natural del organismo”, es decir, sequedad de las mucosas y de la piel. Esto provoca que los síntomas de las alergias sean mucho más intensos, y que acaban afectando, especialmente a nivel respiratorio con rinitis y asma; en los ojos con conjuntivitis alérgica y, por último, en la piel con picor cutáneo generalizado.

“En los mayores –matiza la doctora Sònia Cibrián, especialista en medicina general de mediQuo– el problema es que los síntomas se suelen asociar a una enfermedad de base, como el ojo seco o la sequedad de piel –ya que esta es más fina y frágil–”, por lo que, aunque sufren los mismos signos de polinosis que la población general, les afecta de una forma más enérgica.

ALÉRGICOS DESDE SIEMPRE
Cada año, la lista de alérgicos en España aumenta. Esto no significa que las nuevas generaciones sean más propensas a sufrir alergias, sino que es muy común que estas hipersensibilidades irrumpan en cualquier momento de la vida, aunque, según la doctora Cots, las manifestaciones alérgicas suelen presentarse en jóvenes debido a la actividad del sistema inmune: “Generalmente, las personas que empiezan a notar síntomas de alergia en la tercera edad, lo hacen porque son alérgicos desde hace años, hayan sido o no diagnosticados”.

En este sentido, la experta señala que la Alergología es una especialidad reciente, y que hasta hace poco, no se disponían de medios adecuados para su estudio. Y por tanto, más escollos a la hora de dar un diagnóstico definitivo.

ELUDIRLA ES IMPOSIBLE
“Inevitable”, sentencia la doctora Cots. Quien padece una alergia, poco puede hacer para sortearla o curarse de ella, especialmente cuando se trata de alergia al polen, una partícula de la que ‘escaquearse’ es prácticamente imposible. En cambio, “se pueden aminorar los síntomas, y con ello, mejorar la calidad de vida”, y de forma especial en los senior, ya que si todos los años sufren las consecuencias de la llegada de la primavera, el cuidado y la medicación acaban siendo “fundamentales”.

Cuando los alérgenos propios de los distintos tipos de polen ingresan en el cuerpo de una persona con predisposición a las alergias, se generan anticuerpos específicos para destruirlos. A continuación, estos anticuerpos se adhieren a la superficie de los mastocitos, un tipo de célula que abunda en la nariz, los ojos y los pulmones. La siguiente vez en que la persona entre en contacto con el alérgeno, se inicia la liberación, entre otras sustancias, de histamina, que es la causante de los síntomas de alergia conocidos por todos.

En última instancia, siempre quedan los tratamientos farmacológicos. El único que acepta la Organización Mundial de la Salud (OMS) es vacunarse, algo que debe prescribir y suministrar un médico. “En personas diagnosticadas, las vacunas tienen una tasa de éxito de entre el 70 y el 80%, por lo que merece la pena”, afirma la doctora Cots.

Inmunoterapia aparte, el fármaco más popular contra la alergia es el antihistamínico, seguido por aquellos tratamientos dirigidos a aliviar síntomas concretos, como los colirios, los broncodilatadores o la simple crema hidratante. En cualquier caso, “es importante que se tomen los medicamentos recetados por el médico, y en su dosis recomendada”, advierte la experta.



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