La disfagia es muy habitual en personas que padecen enfermedades neurodegenerativas
Este trastorno del aparato digestivo incide de manera acusada en el colectivo senior y supone un riesgo importante de malnutrición y deshidratación
La disfagia es un trastorno del aparato digestivo, concretamente del proceso de deglución, caracterizado por la dificultad de tragar alimentos, sean estos sólidos o líquidos. Además, esta dificultad, en muchas ocasiones, va acompañada de babeo al comer, dolor al tragar, necesidad de desarrollar varias acciones de tragar para poder ingerir una pequeña cantidad de comida, sensación de que la comida se queda pegada en la garganta, tos después de cada cucharada, al llegar la comida a los pulmones o vómitos, entre otros problemas.
Esta alteración puede aparecer a cualquier edad, aunque tiene especial incidencia en las personas mayores. Dentro de este colectivo, la más habitual es la disfagia orofaríngea, aquella que se origina en la zona de la boca y la faringe, y supone un riesgo importante de malnutrición y deshidratación. Además, puede desembocar en el desarrollo de enfermedades, como la neumonía por aspiración, una infección pulmonar causada por la inhalación de secreciones de la boca, el contenido del estómago, o ambas cosas.
Se trata de un tipo de problema muy frecuente en personas que sufren enfermedades neurodegenerativas, como Alzheimer y las demencias en general –Parkinson, Esclerosis Lateral Amiotrófica, o ictus, entre otras–. Esto se debe a que en el acto de tragar participan unos 50 músculos y alrededor de diez nervios, que son las partes del organismo más afectadas por este tipo de patologías.
Otro factor que influye en el desarrollo de la disfagia es el tratamiento con determinados fármacos, como los psicofármacos o aquellos suministrados durante procesos de quimioterapia.
Según los profesionales de la
Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), “comer es una necesidad fisiológica de la que no podemos prescindir, por lo que
las personas mayores que sufren disfagia ven mermada su calidad de vida, ya que presentan dificultades para alimentarse debidamente”. Se trata de un trastorno que condiciona el tipo de alimentos ingieridos (mayor dificultad con carnes), como la forma de cocinarlos.
Por otra parte, además de dificultad y dolor con la deglución de los alimentos, los pacientes pueden experimentar atragantamientos por desvío de la comida a la vía aérea o impactaciones (esto es que la comida, casi siempre carne, se queda atascada en el esófago sin poder ser vomitada ni pasada al estómago).
SÍNTOMAS Y RECOMENDACIONES
Una de las cuestiones a las que se debe prestar especial atención al hablar de disfagia, es la necesidad de un diagnóstico precoz.
Ana Guillén-Solá, doctora en el Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del
Parc de Salut Mar destaca la importancia de
disponer de “un buen equipo de Atención Primaria para que, ante la menor duda, se realice una correcta valoración de la persona y, en caso de necesidad, se derive a un especialista lo antes posible”.
Aunque los síntomas pueden variar de una persona a otra,
mantener los alimentos en la boca durante mucho tiempo, tener restos de comida en la boca cuando se acaba de comer, toser o carraspear al tragar, atragantarse con frecuencia, derramar comida o saliva por la boca y por la nariz, tener la sensación de que se ha formado un nudo en la garganta, las alteraciones de la voz, o la pérdida de peso, son algunos de los más frecuentes y que, según los profesionales de
Sanitas, pueden llevar a pensar que una persona mayor padece este trastorno.
Si bien las precauciones que se deben tomar deben definirse de manera individualizada, desde Sanitas recomiendan a los cuidadores de personas con disfagia una serie de factores a evitar, como las dobles texturas en un plato, los alimentos fibrosos o que se peguen al paladar, las frutas que al ser mordidas suelten líquido, los alimentos que puedan dejar restos en la boca al morder y aquellos líquidos que no tengan una textura gelificada.
Además, se debe adaptar la dieta a las necesidades de la persona, realizar varias comidas al día de poca cantidad y que no duren más de 30 minutos. Es preferible usar cucharas pequeñas como las de postre.
Por último, es importante tener siempre presente que estas personas presentan dificultades para comer por lo que, ante todo, los expertos recomiendan tener paciencia.
¿CÓMO AFECTA LA DISFAGIA AL ESTADO DE ÁNIMO?
El estado de ánimo de las personas se ve afectado al tener que modificar su dieta habitual para tratar la disfagia. Esta situación se agrava todavía más si tenemos en cuenta que en nuestra cultura se socializa, gran parte de las veces, en torno a las comidas.
Según la compañía de servicios sociosanitarios
Domusvi,
“el momento placentero de la comida deja de serlo para pasar a ser un momento tenso e interminablemente largo para las personas que padecen disfagia”. Por ello, “muchos dejan de comer, de deleitarse de sus comidas preferidas, e incluso de disfrutar del acto social del comer al dejar de asistir a las comidas con otras personas”.
En este sentido, Guillén-Solá considera que “una dieta restrictiva puede afectar a la percepción de la gravedad de la enfermedad del paciente, sobre todo porque no es de rápida solución. Y esto puede conducir a un bajo estado de ánimo”. Frente a esto, la experta estima de vital importancia la educación sanitaria para que el paciente pueda entender lo que está pasando: “A nadie le gusta que le restrinjan aquello que le gusta más de comer, como tampoco a los médicos nos gusta tener que realizar ciertas indicaciones, siendo a veces inevitables y necesarias para ayudar a mantener la correcta calidad de vida y seguridad de los pacientes, evitando así la aparición de posibles complicaciones”.
Desde la FEAD se insiste en la necesidad de promover “una mayor concienciación de la población sobre este problema para garantizar una mejor comprensión sobre el colectivo senior que contribuya a no empeorar el decaimiento que podrían sufrir”.
TRATAMIENTOS DISPONIBLES
A día de hoy, la rehabilitación logopédica es el único tratamiento disponible para tratar el trastorno de la disfagia. Los objetivos de esta terapia son, por una parte, que el paciente pueda comer y, por otra, evitar la aspiración. Para ello, se ayuda al paciente a desarrollar cambios posturales que faciliten el acto de deglución, con ejercicios específicos de boca, lengua, paladar y faringe. Además, se le enseña a adoptar una postura adecuada al comer para proteger la vía respiratoria y evitar la aspiración.
Por otra parte, el paciente debe probar diferentes texturas de alimentos. En primer lugar, se introducen las menos densas y, a continuación, se pureba con los sólidos.
Según Guillén-Solá, lo más importante, una vez estudiada la causa del trastorno, es explicarle debidamente a los pacientes qué les ocurre: “Si uno entiende lo que está pasando, es más fácil aceptar las restricciones que se van a indicar, así como participar activamente en el proceso de recuperación, siempre que la causa sea tratable”. “La disfagia que precisa de abordaje médico –continúa la experta– debe ser derivada a los servicios de rehabilitación, en el área de logopedia, para un correcto estudio, diagnóstico y planificación de tratamiento. Este será diferente según la causa, por lo tanto, muy individualizado”, continúa la experta.
En caso de que el paciente presente un deterioro cognitivo que impida su colaboración, sus cuidadores deberán seguir una serie de pautas a la hora de darle de comer, como mantenerlo erguido, con la cabeza y el cuello ligeramente inclinados hacia delante, que los bocados sean pequeños y utilizar alimentos de texturas espesas, como purés, yogures, gelatinas y líquidos con espesantes, entre otros.
En este sentido, un estudio reciente elaborado por la Unidad de Disfagia del
Hospital de Mataró y liderado por
Pere Clavé, uno de los mayores expertos europeos en este trastorno del aparato digestivo, apunta a que
la ingesta, antes de cada comida, de pequeñas dosis de guindilla, pimiento o menta, en pacientes con disfagia, facilita el movimiento del alimento, una vez está en la boca, haciendo que el momento de tragarlo sera más seguro.
Según los investigadores, las sustancias contenidas en estos alimentos (capsaicina, piperina y mentol, respectivamente) activan tres tipos de receptores básicos para la deglución, ubicados en diferentes zonas de la boca y la lengua.