Aunque España aún está alejada de la plena implantación de este tipo de comunidades, ya existen ejemplos de este modelo de convivencia cuya idea, proyecto y gestión parte de los propios residentes
Vida privada y vida en común, de ahí parte la esencia del cohousing –o
vivienda colaborativa–, un tipo de comunidad que arranca tímidamente en
España pero que, sin embargo, ya empieza a ser conocida entre los
mayores. Y es que según uno de los últimos informes elaborados por
Simple Lógica para UDP, dos de cada tres mayores –un 64,6%– aseguran
conocer esta forma de convivencia, aunque solo cuatro de cada diez –un
41,4%– lo contemplan como una alternativa posible para vivir.
La vivienda colaborativa es, de principio a fin, una iniciativa de sus
residentes, pues se trata de una comunidad que está planeada y
gestionada por ellos mismos, es decir, es un proyecto que se adapta a
las necesidades y preferencias reales de quienes van a habitar en ella.
Así lo explica el arquitecto americano Charles Durrett en su “Manual del
Senior Couhousing” –que acaba de traducir y editar en España la
Asociación Jubilares–. En su libro, el autor hace referencia a seis
características comunes de todas las viviendas colaborativas:
autopromoción (iniciativa y diseño propios, guiados por un asesoramiento
profesional); diseño intencional para una vida comunitaria; zonas
comunes amplias; autogestión colectiva; ausencia de jerarquías; y
privacidad (no se trata de una comuna, es decir, la economía es
privada).
El origen de las primeras cooperativas de viviendas se encuentra en los
países nórdicos, entre las décadas de los 60 y 70, y se fue extendiendo
progresivamente, y con éxito, a regiones de Estados Unidos y Canadá.
Concretamente, fue Suecia un país pionero en este sentido al poner en
marcha las primeras comunidades que combinaban los beneficios de una
vivienda privada con las posibilidades de los servicios comunes, es
decir, que ofertaban a los mayores la modalidad de envejecer en un hogar
propio pero manteniéndose activos dentro de una comunidad.
Dando forma a un proyecto común
Sobre cómo gestar un proyecto de estas características, Miguel Ángel
Mira, presidente de
Jubilares, explica a entremayores, que “se diseña
con el grupo a partir de un papel en blanco. Hay metodología para ello.
Esta es la clave. El arquitecto traduce a dibujos los programas y
deseos, colectivos e individuales, y ha de estar abierto a que ellos
cojan el lápiz si lo desean. Se comienza siempre definiendo la
ordenación general, luego las zonas comunes y, por último, las viviendas
individuales”. Y añade que este compromiso “implica arquitectura de
diseño universal, adaptada y adaptable, y organización del modelo de
atención a la dependencia”. En este punto, incide en que el modelo
coherente con el senior cohousing debe ser el de atención integral
centrada en la persona.
Precisamente en eCohousing,
Equipo Bloque Arquitectos, saben cómo dar
forma técnica a un proyecto de estas características, pues ellos son los
artífices de Trabensol, uno de los ejemplos de covivienda que ya
funciona a pleno rendimiento en España. El arquitecto Rogelio Ruiz
reconoce que “creemos en la capacidad de las personas para organizarse, y
lo que ofrecemos es nuestra capacidad y experiencia profesional y
humana para acompañarles desde las etapas iniciales del proyecto en la
definición progresiva del lugar en el que van a vivir. Es el camino que
seguimos desde los inicios de nuestra carrera y que vimos realizado en
nuestro trabajo con la cooperativa
Trabensol en su Centro Social de
Convivencia para Mayores”. El proyecto social y el proyecto
arquitectónico surgieron, continúa Ruiz, “después de infinidad de
trabajo conjunto, como respuesta natural a las cuestiones que todos nos
planteábamos sobre una forma de vida basada en la colaboración. Hoy se
considera como un referente del cohousing de mayores en España, pero
insisto en que no fue la aplicación de un modelo, sino la respuesta
específica a las necesidades y deseos de un colectivo autogestionado de
personas mayores que buscaba una solución satisfactoria para la última
etapa de su vida”.
Una de las experiencias de cohousing pioneras en España está en
Valladolid, en el complejo de
Profuturo. El presidente de su Consejo
Rector, Felipe Martín, destaca de este tipo de alternativas, o nuevos
hábitats, “que cuentan con todos los servicios necesarios para
desarrollar una positiva calidad de vida. Sacan el máximo partido a
vivir independiente, con la ventaja de la ayuda mutua y del soporte
emocional que proporciona la vida comunitaria. De ahí que también se
hayan denominado por expertos comunidades con sentido”.
Por su parte, la presidenta de Trabensol, Paloma Rodríguez, declara que
“el proyecto en su realización arquitectónica es espléndido, con sus
zonas comunes –jardín y huerta– y 54 alojamientos confortables, de
tamaño suficiente –50 metros cuadrados–, iguales. La temperatura
ambiental procede del suelo radiante en todo el complejo, el agua
procede de la geotermia, contamos con recogida de aguas pluviales en un
gran aljibe… Pero todo esto queda empequeñecido por las relaciones
humanas de convivencia existentes entre los residentes, y las
actividades del día a día que favorecen un permanente crecimiento
personal”.
Asimismo, Felipe Martín insiste en que “en los últimos años hemos
asistido a un cambio en el concepto de atención residencial, pasando de
un modelo asistencial a otro más convivencional y, por supuesto,
accesible. Se trata del derecho de envejecer bien, en casa, haciendo del
envejecimiento activo nuestra forma de vida, generando un ciclo
constante de oportunidades de seguridad, participación y salud”.
Estamos, por tanto, ante un modelo que, más allá de suponer una
alternativa a las residencias, promueve la cooperación a través de la
convivencia. Así, en ambos ejemplos, Profuturo y Trabensol, apuntan a la
necesaria implicación de todos los miembros de la cooperativa.
El cohousing en España: la falta de apoyos
En el mismo informe publicado por UDP se pone de manifiesto que la
mayoría de los mayores encuestados –87%– opina que la Administración
debería ayudar en el desarrollo de esta alternativa. Pero, ¿por qué el
cohousing todavía no está tan extendido en España? ¿Es suficiente el
respaldo que estas cooperativas reciben de las administraciones
públicas?
El presidente de Jubilares enumera tres obstáculos de base que podrían
explicar que este tipo de comunidades aún no funcione como en otros
países: “La desconfianza hacia lo nuevo por parte de entidades públicas y
privadas; la falta de estructuras sociales que lo conozcan y sepan cuál
es su papel en el proceso; y la desconfianza del pionero, el miedo
normal a hacer algo que nadie ha hecho en tu entorno, pues no sabes qué
puede salir mal”.
“Creo fundamentalmente que falta una normativa específica para este
nuevo modelo de vivienda”, destaca, por su parte, Felipe Martín. “Las
actuales políticas hablan mucho del envejecimiento activo, pero creemos
que si el envejecimiento ha de considerarse una experiencia positiva,
una vida más larga debe verse acompañada por continuas oportunidades,
participación y seguridad, reconociendo otros factores, además de la
salud, que afectan a la forma en que envejecen los individuos y las
poblaciones y esto no está suficientemente desarrollado por parte de las
instituciones”, añade el presidente de Profuturo.
En opinión del arquitecto Rogelio Ruiz, y después de décadas con “un
modelo casi único de vivienda, de asistencia o de energía, que aunque
hoy consideremos obsoleto tiene un peso económico y una influencia
brutal, es complicado que un político tenga la seguridad suficiente para
apoyar claramente algo como el cohousing. El cohousing supone personas
con un nivel cívico y de autogobierno muy alto, conscientes de las
ventajas de la colaboración que, además, no renuncian a los actuales
servicios públicos, lo que implica que si se generalizasen estos
proyectos, algunos sectores del mundo inmobiliario y de los servicios
perderían gran parte de sus actuales beneficios”. Sin embargo, sí
destaca tres dificultades a la hora de desarrollar un proyecto de
cohousing: entrar en contacto con personas afines interesadas, conseguir
un lugar acorde a las necesidades y posibilidades económicas, y acceder
a préstamos o créditos.
Asimismo, continúa el arquitecto, “las administraciones, en general, se
muestran muy cautelosas a la hora de ofrecer su apoyo, bien por su
inseguridad respecto al modelo, recordemos que es relativamente
novedoso, bien por su temor a verse ‘comprometidos’ ante los ciudadanos
en algo sobre lo que ellos no tendrán el control”.
Paloma Rodríguez, por su parte, apunta a que “todo el mundo sabe que las
residencias públicas son escasas y para acceder a ellas los requisitos
son enormemente limitativos… De las privadas, mejor no hablar;
prohibitivas. En general, inasequibles a una pensión media de
jubilación”.
Sobre cómo salvar algunos de los obstáculos, los entrevistados coinciden
en la visibilidad y normalización del modelo. “La herramienta única
para ello, cuando no hay ninguno construido en el entorno próximo, es la
divulgación”, opina Miguel Ángel Mira. Sí reconoce que el respaldo de
las administraciones va en aumento cada vez más. “La labor de nuestra
asociación es clave para ello, pues les permite visualizar un modelo
estructurado y replicable, aun cuando cada comunidad tome sus propias
decisiones de diseño de vida. Esta es la potencia del cohousing: una
metodología y un modelo cuyo objetivo es que cada comunidad pueda
realmente elegir lo que desee”.
“Podría ayudar a la solución una mayor sensibilidad hacia un objetivo
común, por otra parte recogida en las Naciones Unidas, sobre los
asentamientos humanos, pero también las oportunidades que supone para el
mundo empresarial y la creación de puestos de trabajo”, añade el
presidente de Profuturo.
La presidenta de Trabensol expresa que “una posible solución, incompleta
por la falta de medios económicos de muchas familias, es crear
colectivos de personas sensibles a su problemática, exigentes con la
Administración y con suficientes medios económicos, no excesivos; pero,
como digo, suficientes para embarcarse en la aventura de hacer proyectos
de convivencia y llevarlos con éxito a conclusión”.
Como concluye Felipe Martín, “el entorno donde se habita ha determinado
las formas de vida del ser humano. A lo largo de los siglos las personas
han cambiado de forma continua los lugares donde vivían en la búsqueda
de mejores condiciones. La sociedad debe asumir las necesidades
cambiantes que las personas necesitan dependiendo de su evolución
biológica y de las posibilidades que le ofrece el lugar que ha elegido
para vivir”.
“Sería muy decepcionante, por no decir indignante, que el cohousing
pasara a ser un término cosmético de políticas sin contenido que quieren
maquillarse de rosa o de verde, como ha pasado con la sostenibilidad.
Aunque el tener un nombre común –cohousing, vivienda colaborativa,
covivienda, etcétera– ayuda a ser reconocibles, creo que el verdadero
objetivo debería ser que unos ciudadanos se pudieran sentar con los
representantes de la Administración, plantearle un proyecto serio,
razonable y bueno para ellos y para el resto de los ciudadanos, y
recibir los apoyos para realizarlo, se llame cohousing o no”, asegura
Rogelio Ruiz.
La alternativa de vivienda para la jubilación mejor valorada, según el
informe de Simple Lógica para UDP, es claramente la casa en la que el
propio mayor ha residido en los últimos años, mientras que en segundo
lugar prefiere el cohousing –con mejor puntuación que las casas de algún
familiar o las residencias–. Sería interesante la decidida apuesta y
respaldo a estas viviendas porque, con estos datos en la mano, se
evidencia que los mayores de hoy quieren decidir cómo y dónde envejecer,
siempre que sus condiciones así se lo permitan. Porque ese es,
precisamente, el espíritu del envejecimiento activo del que tanto se
habla.
Una arquitectura diseñada entorno a las zonas comunes Juan Arana, Rogelio Ruiz y Álvaro Moreno, o lo que es lo mismo, Equipo Bloque Arquitectos, comenzaron en 2007 su colaboración con la cooperativa Trabensol para la puesta en marcha de un proyecto en el que creyeron y apostaron firmemente. En ese momento, reconoce Rogelio Ruiz, “descubrimos que existía el cohousing”. “Simultáneamente, en el plazo de dos años, tuvimos la oportunidad de realizar los proyectos y las obras de dos centros de día para mayores. En los tres casos experimentamos, desde el contacto directo con los futuros usuarios, que la clave eran los espacios comunes y las relaciones y vivencias que surgen en torno a ellos”.
Alrededor de esa idea de apostar por amplias zonas comunes y fomentar la interrelación entre los residentes, estos arquitectos se sumergieron en el diseño del edificio ubicado en Torremocha del Jarama. “Considero que no hay mejor envejecimiento activo que tener una actividad real en compañía de personas con intereses comunes unidas por lazos de afecto, cuyo resultado redunda en el bienestar propio y en el del colectivo. Eso es lo que ocurre en los proyectos colaborativos y, a mi juicio, esto es posible porque esa combinación de vida privada y común está pensada, madurada y realizada entre todos, tanto en el aspecto de las relaciones personales como en la definición de los espacios saludables interiores y exteriores donde se desarrollan”, continúa Rogelio Ruiz.
“Quizá el aspecto más importante y bonito de nuestro trabajo fue encontrar junto a ellos la forma de construir la idea que tenían sobre cómo querían relacionarse, basándonos en la importancia de los espacios comunes. Lo llamamos los grados de convivencia-intimidad”, añade el arquitecto. Y explica que dichos grados consisten en “crear una secuencia progresiva con múltiples pasos entre la máxima privacidad del apartamento y la terraza y la máxima apertura de los espacios de acceso a la parcela y al edificio, de manera que sea posible encontrarse, o no, con más o menos gente según uno lo desee; y poniendo en el centro espacial y conceptual del proyecto los espacios comunes”.
Fue en 2013, al término de la obra de Trabensol, cuando Equipo Bloque Arquitectos decidió que “esta era una respuesta buena a un problema social cierto, y donde mejor se materializaba nuestra idea de profesión y de sociedad”. Esto les llevó a poner en marcha
eCohousing para la difusión y desarrollo de la vivienda colaborativa en España”.
>> Entrevista con Paloma Rodríguez, presidenta de Trabensol.>> Entrevista con Miguel Ángel Mira, presidente de Jubilares.>> Entrevista con Felipe Martín, presidente del Consejo Rector de Profuturo.>> Entrevista con Rogelio Ruiz, Equipo Bloque Arquitectos.