Pregunta.- Envejecimiento activo, solidaridad intergeneracional, prevención de la dependencia… Los ciudadanos se han familiarizado con algunos términos gracias los medios de comunicación, ¿considera, entonces, que algo sí hemos avanzado?

Respuesta.- Sí, no reconocerlo sería mentir. Hemos avanzado, pero tímidamente. Porque esos términos responden a una realidad, se acuñaron hace años, pero mediáticamente se les ha vaciado de contenido, han estado silenciados; es decir, no se ha dado cobertura, no se ha mostrado el significado real de esos términos a pie de calle. Parece que ha tenido que llegar la crisis económica para que el conjunto de la sociedad mire a los mayores de otra forma: cuidan a los nietos, ayudan económicamente a los hijos... Se les ha empezado a mirar porque se les necesita. Y se nos olvida que son personas, con toda la dignidad que ello conlleva, en todas las circunstancias. Y tienen una ventaja fundamental sobre el resto: han vivido, saben de qué va esto y muchos de ellos son seres humanos absolutamente juiciosos. Por eso su voz vendría muy bien que se oyera en la política, en las empresas. Lejos de eso, a partir de cierta edad se cuelga el cartel de: ¡Abstenerse mayores de 45 años!, te empiezan a desterrar en busca de rostros jóvenes. Y la juventud puede tener muchas cualidades, pero le falta una fundamental: experiencia.

P.- Aportando soluciones, ¿cómo podría mejorar esta situación y que el periodista sea lo más fiel posible a la realidad?

R.- La solución pasa por bajar al terreno de juego, es decir, acercarse a los mayores de una forma activa, para conocerlos. Se tiende a hacer un periodismo epidérmico. Está bien hablar de enfermedad o de pensiones escasas, pero también hay que abordar la otra cara de la moneda: la de las personas que con su bagaje vital aportan mucho al resto de la sociedad, se cuidan física y mentalmente… No hay más que darse una vuelta por los gimnasios, centros de yoga o bien caminando en paisajes rurales o urbanos, las universidades, los mercados… La clave es comprobar in situ que muchas personas se levantan con unas ganas enormes de vivir, de saborear la vida. En cambio, otros, mucho más jóvenes, sobreviven; son una lección para el resto. El periodismo debería ser más positivo. Llevamos unos años que el mejor consejo, y lo dice una periodista, es hacer ayuno informativo. Sintonizar cualquier emisora de radio o televisión u hojear la portada de cualquier periódico es empaparse de negatividad. Y es cierto que hay una realidad difícil, pero también es verdad que podemos propiciar un clima más positivo, efecto dominó para que las cosas cambien. Soy de las que piensan que esta crisis económica hunde sus raíces en una crisis de valores. Estamos desnortados, con la llama apagada, y necesitamos personas (en este caso periodistas) que nos muestren la cara buena de la realidad, que la hay. Y que merece la pena levantarse y luchar, cada uno desde su situación, para construir un mundo mejor. Ahí los mayores son un referente obligado: están más bregados que el resto y pueden encontrar salidas más sensatas y acertadas a los problemas.

P.- ¿Cómo puede reivindicarse el espacio que merecen los mayores?

R.- Creo que los pasos que se han dado hasta el momento, desde el punto de vista asociativo han sido muy positivos. El problema es que las administraciones, con la crisis, han recortado las ayudas. Pero, desde mi punto de vista, las asociaciones deben estar para algo más que para beneficiarse de ciertos servicios de deporte, cultura, ocio… (lo cual es muy loable). Deberían organizarse mejor internamente (buscar asesoramiento) para alzar más la voz, hacerse más presentes socialmente, aportando ideas, implicándose activamente, como instituciones, en debates sociales o problemas que viva la sociedad en el momento. Deben hacerse visibles, y así, con el tiempo, de igual manera que se consulta a sindicatos y otros agentes sociales en la agenda de los medios, el hablar con representantes de asociaciones llegue a ser una fuente obligada.