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Federico Armenteros / Presidente de la Fundación 26 de Diciembre

'Los centros de mayores y las residencias no están hechas para la diversidad. Están hechas para la heteronormatividad'

Hablamos con el presidente de la entidad para conocer su punto de vista sobre la situación actual de los senior LGTB+ y averiguar por qué es necesaria la creación de centros residenciales para la diversidad

14-11-2017

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Pregunta.- ¿Por qué su organización se llama 26 de diciembre?

Respuesta.- Se llama 26 de diciembre porque es la fecha en la que, en el año 1978, se deroga parcialmente la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social. Esta era una ley que creó Franco en 1970 para sustituir a la de Vagos y Maleantes. Esta era contra nosotros, contra el colectivo LGTB, para reformarnos y curarnos. La idea en ese momento era que éramos enfermos mentales. En 1973 la Asociación de Psiquiatras Americanos ya descataloga la homosexualidad como enfermedad mental pero la Organización Mundial de la Salud no lo hace hasta 1990. Franco en ese momento no solo dijo que no éramos sanos, sino que nos tenían que rehabilitar. Es una fecha importante, porque esta es una ley muy importante. En ese momento dejamos de ser perseguidos y metidos en la cárcel. Aunque luego nos metían por escándalo público, pero eso ya es otra cosa.

P.- ¿Cómo ha influido el haber nacido y vivido en este contexto en el que se coartaban sus libertades?

R.- Esta ley nos provocó bastante sufrimiento. Era una situación traumática. El no poder mostrar tu afecto, el tener que vivir relaciones ocultas, siempre escondido, no poder decir nada, todo el mundo te podía pegar, etcétera. Todo eso te va generando un gran peso que ha derivado en diagnósticos de salud mental: depresiones, conflictos en relaciones humanas por no haber podido relacionarse de forma sana, traumas, suicidios...Tu mismo te reprimes, no permites que eso salga. Que a una persona su familia le eche de su casa, le echen del trabajo, del colegio o del barrio...era todos contra nosotros. Quedas hecho polvo.

P.- ¿Siguen sufriendo cierta discriminación por el hecho de ser LGTB y además ser ahora también personas mayores?

R.- Yo creo que se sufre todo lo que se ha sembrado antes. Ahora mismo estamos en una sociedad que, afortunadamente, está cambiando a pasos agigantados. Pero nosotros no dejamos de ser personas mayores y las personas mayores, en general, no están muy valoradas, se les aparta. Entonces, los mayores LGTB sufren doble discriminación. Se es mayor y aún encima se está en un entorno que no siempre le acoge. Los centros de mayores o las residencias no están hechas para la diversidad. Están hechas para la heteronormatividad. No se ha trabajado todavía para cambiar ese esquema, por eso los mayores LGTB no van a esos lugares. Si los que tienen tu misma edad te han maltratado cuando eras niño, joven y adulto, no van a cambiar ahora. Con esas personas no podemos convivir porque nos han machacado siempre. Luego además, están los que tienen la homofobia interiorizada y que se han tenido que casar para sobrevivir. Están en el armario porque les cuesta remover todo eso. Sufren y viven una vida muy lamentable. El no poder ser tú, el hacer lo que la sociedad te ha pedido que hagas.

P.- Entre sus metas se encuentra la creación de un centro residencial especializado en mayores LGTB. ¿Qué hace que sea necesario la creación de un centro de estas características?

R.- Las personas tienen derecho a elegir dónde quieren estar y parte de las personas mayores LGTB, un grupo bastante numeroso, quiere vivir los últimos días de su vida entre iguales. No quieren ir a un sitio donde te van a marginar, te va a insultar...Todo eso que te ha acompañado durante toda tu vida, no quieres que se repita. Por tanto, necesitamos espacios para poder trabajar la diversidad. Nuestro objetivo es conseguir que esta sociedad sea diversa. Eso hay que trabajarlo en los centros para que cambien y sean abiertos a toda la realidad actual, porque también hay transexuales, homosexuales, bisexuales... Eso no se está haciendo. Tenemos que convivir pero hay que trabajar esa convivencia. En las generaciones jóvenes, el colectivo LGTB está bastante incluido. Pero estas personas mayores no han sido integradas nunca, sino que han sido apartadas. Entonces, quién me va a decir ahora que voy a ir a una residencia y me van a respetar. La realidad que estamos viendo es que no se respeta. Como hemos sido los raros siempre, seguimos siendo raros. En las residencias vemos que las personas LGTB están apartadas, están solas y nadie habla con ellas. Pero ellas también tienen derecho a una vida digna y deben poder tener la opción de elegir. A nadie le parece mal, por ejemplo, que los religiosos tengan sus propias residencias. Ellos van allí porque tienen cosas en común y así son felices. A una parte de la sociedad se le permite pero a nosotros no. Nos dicen que queremos hacer un gueto y no es cierto. Si en un matrimonio se produce violencia de género, a la mujer no la ponen a vivir con su maltratador. Nosotros estamos en una situación similar, nos han maltratado, hemos vivido violencia social y no nos podemos juntar con las personas que nos han estado violentando. Ante esta realidad, tenemos que ofrecer una solución. Sería perfecto que dentro de unos años estos centros de la diversidad, sean realmente diversos. Que no haga falta tener estos centros. Pero esto se consigue si se trabaja primero. Nosotros hacemos talleres en Madrid con personas mayores y estas se quedan sorprendidas con lo que les contamos. Pero al final del taller, les preguntas si están preparados para convivir todos juntos y te dicen que no. Te dicen que ellos tienen sus creencias y que, por ejemplo, no pueden ver a dos hombres besándose. Ellos tienen también derecho a expresar esto pero no a discriminar. Entonces, ¿qué nos interesa? ¿qué la gente sufra o que pueda vivir los últimos momentos de su vida con dignidad? En el futuro podrá haber centros en los que no importe cómo seas, pero de momento no es posible.

P.- ¿Son los mayores LGTB un colectivo invisible a los ojos de la sociedad?

R.- Si, incluso dentro del propio colectivo LGTB. Por ejemplo, en el World Pride la imagen que se transmite es sobre todo de hombres gais, fuertes, sanos, guapos, jóvenes... Pero dentro del colectivo hay diversidad, no hay un prototipo de LGTB. En el colectivo la persona mayor no es visible, no tiene espacio. Además estas generaciones hemos vivido dos dictaduras, la guerra, la posguerra, la transición, etcétera. Vivimos momentos muy crueles de esta sociedad. Hemos visto como ha ido cambiando todo. Tenemos un bagaje. Hemos vivido desde leyes que nos oprimían y nos castigaban a la ley del matrimonio igualitario. Todo esto te ha hecho un carácter porque hemos aprendido a sobrevivir. Esto hace que sea muy importante trabajar la intergeneracionalidad. Es necesario trabajar con las personas más jóvenes para que exista un espacio de conocimiento mutuo. Muchas personas no conocen la historia. También es interesante esta relación intergeneracional para las propias personas mayores, porque para ellas es sorprendente que una persona joven se sienta orgullosa de su identidad sexual y que lo diga abiertamente. Todo eso nos enriquece a la sociedad en conjunto. No solo son importantes las personas del colectivo LGTB que tienen entre 25 y 35 años, que son los más activos. Los demás también existe: la infancia, la adolescencia y la adultez.



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